En octubre, por fin, y de dos en dos

La banda de los corazones sucios
Antología del cuento villano

Selección y prólogo de Salvador Luis
Ediciones Baladí
Madrid, 2010
ISBN 978-8493-766-160
Distribuído por UDL Libros
Chéjov Comentado
Edición y prólogo de Sergi Bellver
Nevsky Prospects
Madrid, 2010
Colección Perspectivas n.º 1
ISBN 978-84-938246-0-0
Distribuído por UDL Libros

En los próximos días daré más detalles sobre estas dos publicaciones, que se encuentran ahora mismo en imprenta. Ambas suponen mi estreno en papel, tras varios años de aprendizaje y trabajo. Como antólogo, a cargo de la edición comentada de una selección de cuentos de Antón Chéjov en Nevsky Prospects. Como autor de narrativa, con un relato en la antología villana, que conoce en la de Ediciones Baladí su segunda versión, tras la que en agosto publicó la editorial paceña El Cuervo, con distribución en Bolivia y Argentina. Puedo decir que en ambas empresas he tenido la fortuna de estar acompañado por personas de mucho talento y buen oficio. Escritores, editores, traductores y diseñadores han logrado que mi llegada al libro se haya producido bajo los mejores augurios posibles. Muchas gracias a todos ellos.

La banda de los corazones sucios
Antología del cuento villano

Selección y prólogo de Salvador Luis
Editorial El Cuervo
La Paz, 2010
ISBN 978-99954-749-3-5

Algunos apuntes sobre el VII Premio Setenil 2010

VI Premio Setenil 2009
Ya es oficial la lista de los diez candidatos a la edición de este año del Premio Setenil al mejor libro de relatos publicado en España. Enhorabuena a todos los seleccionados, ya que a otros setenta y dos autores presentados les hubiera gustado estar entre los finalistas: haber pasado esa criba supone un primer éxito y le dará un empujón al recorrido de esos diez libros. Léanlos, que para eso sirven estas cosas.

Por mi parte, como atento lector de cuentos, a veces editor y a menudo crítico del género y, claro, como escritor (sin encasillarme, pero desde luego también de relatos, ya estrenado, por fin... ), creo que este es uno de los pocos premios literarios en España que, además de al ganador (por el galardón) y a los finalistas (por una mención que luego se luce siempre, muy dignamente), beneficia y hace más visible al género y a las editoriales que lo trabajan. En esta ocasión, además, no aparece ningún título despistado entre los finalistas, es decir, ninguna boutade: todos son autores que trabajan en serio el cuento. Por añadidura, la limpieza del certamen ha quedado demostrada en las últimas ediciones, al premiar a autores como Óscar Esquivias o Fernando Clemot (su libro en la imagen), que se dedican a escribir, sólo a escribir, y no entran nunca en los mentideros de palacio.

Sorprende alguna ausencia, aunque no tanto, ya que en una selección es siempre inevitable descartar a última hora un trabajo tan respetable como el de los demás, pero que apenas falla o cojea en un detalle. De todos modos, libros como Tranquilos en tiempos de guerra, de Cristian Crusat (Pre-Textos) o El anorak de Picasso, de José Antonio Garriga Vela (Candaya) podrían haber estado perfectamente en esa selección final. También, desde luego, Mirar al agua, de Javier Sáez de Ibarra (Páginas de Espuma), aunque tal vez el hecho de haber recibido en su día el Premio Ribera del Duero haya pesado en la decisión, cosa que no debiera ser así, pues en las bases no figura que una obra no pueda haber sido premiada con anterioridad y los textos habrían de partir siempre en igualdad de condiciones.

También merecen ser mencionados aquí autores que insisten en su trabajo con el cuento, como Federico Fuertes Guzmán, Care Santos, Pepe Cervera y, por supuesto, Gonzalo Calcedo, entre otros, o que han tenido un buen arranque en el género, como Carlos Frühbeck en Ediciones del Viento, además de pequeñas editoriales como Baile del Sol o E.D.A. Libros, ya que luego sólo brillan los grandes titulares, pero todo este otro trabajo silencioso ayuda en favor del cuento. En cualquier caso creo que este año el prejurado del Premio Setenil ha cumplido bien su cometido: ninguna ausencia verdaderamente clamorosa (como sí sucedió, a mi juicio, en la edición anterior, en la que no entraron en la recta final algunos de los mejores libros de relatos de los últimos años), ninguna presencia escandalosa.

En esta ocasión, el presidente del jurado es Andrés Neuman, uno de los mayores especialistas en el cuento en castellano y responsable de la inminente Pequeñas resistencias 5. Antología del nuevo cuento español (Páginas de Espuma, 2010), que junto a Siglo XXI. Los nuevos nombres del cuento español actual (Menoscuarto, 2010; edición de Gemma Pellicer y Fernando Valls), conformará una suerte de inventario de la década, un tema sobre el que preparo un artículo y una serie de entrevistas.

Finalmente, y fiel a mi transparencia (con el lector, sin concesiones), no eludiré mojarme y haré mis apuestas sobre los libros seleccionados, habida cuenta de que no he leído Los hábitos del azar, de Francisco López Serrano (Renacimiento), por puro desconocimiento y, sencillamente, porque no doy abasto con las lecturas. Partiendo de esta posición injusta para uno de los diez candidatos, comento:


  • Atractores extraños, de Javier Moreno (InÉditor): Si el jurado valora la vocación de riesgo y búsqueda literaria por encima de lo formal, este libro es desde luego un serio candidato al premio.
  • Azul ruso, de Patricia Esteban Erlés (Páginas de Espuma): El mejor de los tres libros hasta la fecha de una sólida cuentista (aunque no a tanta distancia de su estreno en Tropo). Sería un texto digno de hacerse con el galardón.
  • De mecánica y alquimia, de Juan Jacinto Muñoz Rengel (Salto de Página): Un libro casi de género, trabajado, pero que tiene este año a serios competidores, a mi juicio, más cerca de la línea de meta por sus méritos.
  • El menor espectáculo del mundo, de Félix J. Palma (Páginas de Espuma): Así como la trayectoria de Patricia Esteban Erlés es ascendente, Félix J. Palma repite, con oficio y solvencia, eso sí, pero sin sorpresa. Si este año el Setenil fuera "espumoso", debería ser para Azul ruso.
  • El mes más cruel, de Pilar Adón (Impedimenta): Una opción a tener en cuenta, pero sólo si mis quinielas fallan, ya que contiene más lírica personal que algunos competidores pero no alcanza las hechuras formales de otros.
  • Fantasías animadas, de Berta Marsé (Anagrama): Digno, serio, pero a mí me dejó un tanto frío. No creo que sea (no debiera) este el año para Anagrama.
  • Teoría de todo, de Paula Lapido (Tropo): Un magnífico estreno de una autora que va a dar mucho, mucho que hablar. Lo tiene muy difícil y creo que el Setenil lo merecen más, al menos, otros tres libros, pero no se pierdan a esta escritora.
  • Un koala en el armario, de Ginés S. Cutillas (Cuadernos del Vigía): Tal vez una concesión al microcuento en esta edición. Un libro divertido y despierto de un buen amigo pero que, creo, no está para hacer podio.

Y, finalmente, mi apuesta definitiva:

  • Bajo el influjo del cometa, de Jon Bilbao (Salto de Página): Un año más, y como ya hiciera Juan Carlos Márquez en las dos anteriores ediciones, un bilbaíno (de "absorción" en este caso) repite candidatura al Setenil de manera consecutiva. Tal vez su anterior trabajo, Como una historia de terror, lo mereciera tanto o más, pero desde luego, entre los diez candidatos, me parece este el libro de relatos más equilibrado, el más coherente desde un punto de vista técnico, irreprochable, y el que consolida una de nuestras mejores voces del género.

Que Chéjov reparta suerte, cuentistas. A todos. Esto no es, al fin y al cabo, otra cosa que mi criterio personal. Estaremos atentos a la photo finish en esta disputada carrera.

Proyecto Exulans

Exulans (del latín): 1. Estar exiliado, desterrado. 2. Viajero, errante (ejemplo: Diomedea exulans, nombre científico del albatros viajero).

Ayer lunes, día 20 de septiembre de 2010, se puso en marcha en la red social Facebook la página del Proyecto Exulans, iniciativa colectiva relacionada con el viaje y la literatura contemporánea. Reconoce uno en su álbum de fotos "Escritores, viajeros, nómadas, exiliados y flâneurs" a muchos autores que le han contagiado el viaje en cada lectura.

A diario se actualiza la página con un nuevo enlace, una nueva pista para seguir descubriendo libros y autores relacionados con el viaje y la literatura. Si sóis usuarios de esta red social y os atrae la temática, espero que Proyecto Exulans resulte de vuestro interés.

Columna en BCN Week, septiembre de 2010

Columna «These books are made for walking» en el número de septiembre de la revista gratuita BCN Week (15.000 ejemplares). Ver en formato ISSUU (recomendado).

Bajo el influjo del cometa, de Jon Bilbao
(Salto de Página, 2010)

CHEEVER EN BIZKAIA

Ocurre a veces que el segundo libro de cuentos de un escritor revela a un novelista que pierde el tiempo. Podrán caer en este juicio quienes manejen una distancia corta para hablar de relato breve, y decir que Jon Bilbao ―que también trabaja la novela― se demora demasiado porque la cabra tira al monte. Y se equivocarán. La noticia más feliz que Bajo el influjo del cometa trae al relato en castellano es que Jon Bilbao se confirma como uno de sus cuentistas más serios y sólidos. De nuevo, al igual que en Como una historia de terror, cada uno de los relatos cuaja en un orden de conjunto y ofrece una coherencia interna que ya la quisieran para sí todos los torpes imitadores de la gran saga de cuentistas norteamericanos.

Un escritor es sobre todo mirada, y Bilbao se fija en los síntomas de nuestras patologías más sutiles, mira a cada sujeto bajo un prisma compasivo y con la distancia justa, paciente y atento al siguiente gesto, conteniendo la tensión narrativa hasta el desmoronamiento de un mundo tras otro. Bajo el influjo del cometa es un modo de recordar lo expuestos que estamos al extrañamiento de nosotros mismos y lo poco que hace falta, a veces, para caer en él.

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Publicado en la columna «These books are made for walking» de la revista BCN Week, número 87, junio de 2010. Ver en formato ISSUU (recomendado).

Aroma de alcanfor, de Naiyer Masud (Atalanta, 2010)

KAFKA EN LUCKNOW

Cabe deshacerse de esa piel muerta del cinismo y reconocer que, también en literatura, la sencillez puede ser habitada por una fuerza conmovedora. La editorial Atalanta demuestra pocos complejos y mucha sensibilidad al traernos textos como los de Aroma de alcanfor, con el mismo buen criterio en la edición que en esas otras fantásticas recuperaciones del sello, como el clásico Ramayana.

Cada uno de los relatos de Masud contribuye a labrar con sutileza una celosía, a través de la cual se nos sugiere una India inspirada que se recrea en lo lírico, pero también una India real e irónica, redescubierta y al mismo tiempo reconocible, mutable, viva, como el agua de una poza, cristalina en la superficie y densa en el fondo de cada historia. Aroma de alcanfor renuncia al tópico y no al poso universal que la vida nos deja en cada herida, en cada deseo, en cada centímetro que cedemos al sueño. Hay algo, sí, muy kafkiano en sus textos ―lo vería cualquier buen lector aunque no le avisaran―, entre lo onírico y su huella en lo real. Masud sabe cuándo cargar su técnica y su sed a un lado u otro del fiel, en una balanza que al final ofrece la misma lectura: la literatura, a veces, sucede.

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Publicado en la columna «These books are made for walking» de la revista BCN Week, número 87, junio de 2010. Ver en formato ISSUU (recomendado).

Cuentos completos, de Rodolfo Walsh (Veintisieteletras, 2010)

PARECERSE A...
RODOLFO WALSH

Sí, voy a caer en lo que muchos esperan cuando se habla de Rodolfo Walsh, pero es que un escritor no es un avatar mutilado, sino la voz de un hombre que se dice y se pregunta a sí mismo. Cuando uno lee sus cuentos, piensa en que Rodolfo Walsh se parece a Rodolfo Walsh porque no se esconde. El escritor y el periodista tomaron partido y no mintieron ni se mintieron a sí mismos; el escritor, si acaso, fabuló con la realidad y el periodista la interpretó, pero ambos supieron que esa realidad siempre nos atañe, nos cuestiona y nos expone, más allá de servir de material para la ficción o la noticia. Rodolfo Walsh, como hombre, eligió comprometerse y tomar partido ―a balazos se lo cobraron―, y poco importa ahora cómo quiera releerse la historia reciente de la Argentina, la de Cuba o la de Latinoamérica, en un momento en el que comprometerse ya suponía un acto de ―me ahorraré «heroísmo», si les ofende― singularidad. Tal y como están las cosas hoy en día, tal y como dormimos todos en el centro del rebaño, sin arriesgar nuestra porción de pienso, uno, la verdad, a veces quiere parecerse un poco a Rodolfo Walsh.

Pero metido en faena el Walsh cuentista sabía apartarse, es decir, dejar que el autor desapareciera y cada narrador elegido mostrara, eso sí, lo que de cierto e íntimo hubiera en su mirada sobre las cosas. También al leer la acertada edición que de sus Cuentos completos ha realizado la editorial Veintisieteletras, uno llega a pensar en que todos los escritores debieran parecerse a Rodolfo Walsh, más preocupado de su trabajo y de la escritura que de «ser escritor», más ocupado en revelar sus ideas y pulsiones que en construirse un parapeto más para el ego, otro vestido de puta escribidora para el ocio burgués.

En sus relatos, si acaso bajo una bruma justa, pero no opaca, se advierte esa búsqueda de la dignidad, esa ética de lo justo pero sin paños calientes, con redaños, y también ese irrenunciable compromiso con la libertad que hicieron de Walsh un autor pegado a su tiempo. Puede que el brillo de su prosa ―policíaca y política, compacta y ligera, seria y burlona, viva y formal, de ayuno y nutrida, «dicotómica», como convendría el propio autor con Ricardo Piglia― no nos llegue con el destello de otros coetáneos suyos, ni que el filo de sus disecciones sea tan certero como el de ese otro gran maestro de la real fiction que fue Truman Capote, pero bien está querer parecerse a Rodolfo Walsh si uno pretende escribir para decir algo, para mover algo, para convocar alguna cosa que le devuelva la vergüenza a cada lector dispuesto a abandonar el rebaño. Este rebaño.

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Publicado en la columna «These books are made for walking» de la revista BCN Week, número 87, junio de 2010. Ver en formato ISSUU (recomendado).

Diario de las especies, de Claudia Apablaza (Barataria, 2010)

CUADERNO DE BITÁCORA

La escritura, entendida como expresión artística, no puede desligarse de su tiempo, pero tampoco reproducir los automatismos de ese tiempo sólo de manera superficial. La vanguardia mal entendida se queda hoy ―agotada ya la primera década de este siglo― en la mención gratuita de la circunstancia ―Google, blogs y otras hierbas―, y olvida el trabajo de inventario, descubrimiento y extravío que supone la creación literaria. Claudia Apablaza encuentra el punto de encaje y liga en Diario de las especies lo concreto y lo universal de la condición literaria presente: articula su novela como un blog en el que integra el discurso coral y anónimo del otro, pero también como un cuaderno de bitácora en el que la escritora anota cada deriva y escollo en su viaje por los mares de la narrativa.

En Diario de las especies las ya no tan nuevas tecnologías no son anécdota o excusa, sino herramienta. La realidad no es el ovillo del que nace el hilo sino el tejido en el que se anuda la ficción. La literatura no es infiltrada sino protagonista. Por todo ello, Apablaza muestra en su escritura un marcador genético reconocible que le hará perdurar en la darvinista selección natural de lo literario.

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Publicado en la columna «These books are made for walking» de la revista BCN Week, número 86, mayo de 2010. Ver en formato ISSUU (recomendado).

Los muertos, de Jorge Carrión (Mondadori, 2010)

MÁS ALLÁ DE ORIÓN

Hay dos maneras limitadas de leer Los muertos: como mero experimento formal y como afirmación de una supuesta vanguardia literaria. Varios iconos de la narrativa audiovisual contemporánea aportan su cuota al imaginario de este libro: Terminator, Lost, Los Soprano, Blade Runner, Watchmen, etcétera. Incluso Facebook o Second Life le prestan estructuras conductivas. Pero Los muertos ―que bebe también de Piglia, Sebald, Ballard o Shakespepare― es algo más que una novela y, al mismo tiempo, muestra lo que en esencia debiera ser toda novela del siglo XXI. Por un lado, la reflexión crítica que plantea ha de tomar por fuerza el modelo del ensayo y la hermenéutica sobre la ficción. Por otro, y a pesar de una austeridad narrativa implacable, Carrión cumple con varios de los cometidos de todo escritor que se tenga a sí mismo por artista: abrir el texto a significados no textuales; mostrar un tema de fondo ―la identidad, la memoria o la muerte― con coherencia en la forma; ser honesto al delimitar las reglas del juego y el campo semántico de lo posible en su obra; y, sobre todo, cuestionarse lo real. ¿Quién no se ha preguntado por todo lo que vería Roy Batty más allá de Orión? ¿Quién no ha deseado redimir de la muerte a sus héroes y jugar otra partida con su avatar?

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Publicado en la columna «These books are made for walking» de la revista BCN Week, número 86, mayo de 2010. Ver en formato ISSUU (recomendado).

Siglo XXI. Los nuevos nombres del cuento español actual,
de VV. AA. (Menoscuarto, 2010)

LA NARRATIVA DEL SIGLO XXI

El relato breve español vive desde hace años un auge evidente a nivel creativo. Sin embargo, todavía a estas alturas fallan varios de los engranajes necesarios para que el cuento alcance en el ámbito hispanoamericano el prestigio del que goza, por ejemplo, en la literatura anglosajona. Para que sonaran los nombres del cuento en castellano como lo hacen aquí Carver, Ford, Cheever o Shepard harían falta una crítica especializada y atenta al cuento, una mayor implicación editorial ―el cuento bien presentado sí vende, señores― y espacios como los que las mejores revistas literarias norteamericanas le dedican al relato breve desde hace décadas. Y a pesar de ello cabe insistir en que, desde un punto de vista creativo, el cuento español está más vivo que nunca. A ello ha colaborado el trabajo de lectura, asimilación y búsqueda de muchos nuevos escritores que conocen bien el cuento, la aparición de un resquicio crítico alternativo en Internet y la labor de varias editoriales independientes, especialmente de Páginas de Espuma y de Menoscuarto, que nacieron casi a la par de este siglo para defender el relato breve.

El sello palentino, y gracias a la esmerada edición de Gemma Pellicer y Fernando Valls, acaba de publicar una antología con vocación de inventario, donde se recoge lo mejor de esa feraz actividad de los cuentistas españoles en los últimos diez años. Al lector informado podrán llamarle la atención algunas ausencias, como las de Eloy Tizón, Quim Monzó o Gonzalo Calcedo, pero Siglo XXI pretende de manera explícita presentar una nueva nómina de voces y muchos de los pioneros de la narrativa breve actual ya tuvieron escaparate ―imprescindibles las antologías Pequeñas resistencias (Páginas de Espuma, edición de Andrés Neuman) y Voces disidentes (Menoscuarto, edición de Ana Casas)― en su momento.

Esta nueva compilación está llamada a perdurar porque, entre otras virtudes, Siglo XXI muestra la diversidad del cuento español actual: desde los más dignos herederos del realismo ―artesanos como Escapa, Sáez de Ibarra, Ferrando, Grasa o Castán― a quienes cultivan lo fantástico ―Olgoso o Rengel―; desde narradores de pura raza ―Bilbao, Llovet, Moyano, Clemot o Menéndez Salmón― y con un mundo propio ―Navarro, Neuman, Erlés, Rodríguez, Moreno, Serrano o Cerrada― a cuentistas dispuestos a hacer saltar cualquier molde por los aires ―G. Navarro, Antón, Candeira, Márquez o Zapata―. Si hay o no una narrativa breve propia de este siglo no ha de decidirse aquí. El lector tiene en esta antología de Menoscuarto casi todos los indicios para sacar sus propias conclusiones, gracias a un completo repertorio de propuestas y a momentos cumbre del cuento español contemporáneo como «La vida en llamas» o «Mientras dicen adiós», tan distintos entre sí y tan capaces, al mismo tiempo, de ganar para el cuento a cualquier buen lector del siglo XXI.

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Publicado en la columna «These books are made for walking» de la revista BCN Week, número 86, mayo de 2010. Ver en formato ISSUU (recomendado).

Estrella roja, de Alexander Bogdánov (Nevsky Prospects, 2010)

PLANETA ROJO

Como a Herzog ―o a Conrad―, lo que a menudo distingue a un creador son sus obsesiones. Como a Kobayashi ―o a Kurosawa―, lo que siempre ennoblece a un artista es su empatía con la sensibilidad del otro. En un punto de equilibrio entre singularidad y conciencia se mueve Bogdánov con esta emocionante marcianada marxista, una fábula utópica y precursora del steam-punk que publica por primera vez en castellano la editorial Nevsky Prospects. Quien haya leído a Julio Verne atisbará ese genio visionario en algunos pasajes de Estrella Roja. Quien haya leído El Capital se dará cuenta de hasta qué punto Bogdánov aboga por la cultura y el conocimiento como derechos inalienables del proletariado.

No parece casualidad que el escritor fuera también médico Bogdánov murió al experimentar en sí mismo una transfusión de sangre― y que persiguiera una suerte de sanación integral de la sociedad de su tiempo a través de esta quimérica novela, todo un derroche de imaginación y ternura, una alegoría febril pero bien articulada de una colectividad posible y de un mundo por reinventar, digna de un H. G. Wells transplantado a la estepa rusa, vía Marte.

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Publicado en la columna «These books are made for walking» de la revista BCN Week, número 85, abril de 2010. Ver en formato ISSUU (recomendado).

Kanikosen, de Takiji Kobayashi (Ático de los Libros, 2010)

LOS PECES DE LA IRA

A veces un escritor trasciende esa función narcótica a la que parece relegarle la industria del ocio y escribe para despertarnos. Kobayashi, como en su día hicieron Gorki, Steinbeck o Zola, lo consigue con Kanikosen. Poco importa la vitola de best seller espontáneo con que nos llega esta novela, porque lo que de veras cuenta es el compromiso que en ella se respira. Compromiso con los trabajadores de su tiempo, con la denuncia de la injusticia y con la escritura honesta: Kobayashi habló con verdad y riesgo, lo que no tardaría en costarle la vida en un calabozo policial. Pero Kanikosen va más allá del retrato local, ya que la deriva del pesquero japonés tiene hoy plena vigencia como metáfora de este tiempo nuestro de precariedad y de desmanes capitalistas.

El primer título de la nueva editorial barcelonesa Ático de los Libros es también un prodigio de literatura artesanal, con un lenguaje crudo y directo pero no exento de lírica, luciendo una factura fílmica que podría pasar por coetánea de Imamura, y a la que algo le deberán escritores como Abe y Oe. Literatura con espinas, para sacudirnos la anestesia.

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Publicado en la columna «These books are made for walking» de la revista BCN Week, número 85, abril de 2010. Ver en formato ISSUU (recomendado).

Conquista de lo inútil, de Werner Herzog (Blackie Books, 2010)

KURTZCARRALDO
O LA VOZ DE LA FIEBRE

Llamadme Werner. Sabed que también he perseguido siempre una ballena en mis películas y documentales, en todo mi discurso. Sabed que este diario es mucho más que una crónica de rodaje. Conquista de lo inútil es sobre todo una forma de hundimiento en la fiebre, un viaje hacia el corazón de las tinieblas en el que tiró de mí la obsesión hecha soga, mi conciencia como un arpón en aquél leviatán de madera blanca que remontaba una colina, río arriba. Porque era el monstruo quien nos arrastraba por la selva y no al revés.

Coppola tradujo el Kurtz de Conrad en Brando, yo quise a Kinski ―antes a Jagger, como si cierta geografía del rostro humano pudiera representar la naturaleza hostil― para mi versión del irlandés que soñó con un aria de Caruso en el centro vegetal de la desmesura. El libro de Conrad llevó su realidad un poco más allá para traer más verdad a los lectores. Mi película Fitzcarraldo operó en un sentido parecido, pues así funciona el lenguaje artístico y yo no me dedico a documentar verdades notariales, sino íntimas, como las del sueño que se manifiesta en la vigilia. Al regresar al diario me encontré desnudo y por eso sé que Conquista de lo inútil habla mejor de la fiebre y de mi humilde condición de artista que el resto de mi obra. Siempre tardo en releer mis diarios. También me tomé más de veinte años para publicar mi peregrinaje sobre el hielo entre Baviera y París, cuando mi paso lento quiso demorar la muerte de una amiga. Hago películas porque sé hacerlas. He probado con la música, ese lenguaje absoluto, dirigiendo Tanhäusser en Bayreuth, por ejemplo. Pero lo cierto es que me gustaría rodar y componer del modo en que escribo, sin producción ni efectos especiales, guiado por una suerte de delirio consciente, por una poética personal que intento no traicionar nunca ante la esencia contradictoria de las cosas. La escritura en mí es un caldo que hierve lento y deja los huesos limpios, una voz convaleciente que es amiga de la muerte y que, por eso mismo, descubre el lienzo luminoso de la vida.

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Publicado en la columna «These books are made for walking» de la revista BCN Week, número 85, abril de 2010. Ver en formato ISSUU (recomendado).