Lecturas recomendadas (3): Doctor Glas

Novela

Doctor Glas
Hjalmar Söderberg

Alfabia

Prólogo y traducción de Gabriel Ferrater
Abril de 2011
196 páginas
20 €




Calificada ya por más de un crítico, y sin exageraciones, como obra maestra, Doctor Glas es una novela que escarba en algunos temas de sorprendente vigencia en nuestros días, por su capacidad para turbar cualquier certeza o cuestionar cualquier prejuicio. A pesar de reflejar toda la tensión larvada bajo la superficie amable de la sociedad sueca de principios del siglo XX, todavía hoy pueden escandalizar a más de un lector las disquisiciones morales del médico protagonista de esta narración. Ya en su tiempo, Hjalmar Söderberg fue considerado un autor polémico por parte de esa masa crítica e inmovilista que se repite siempre en cada grupo social y a lo largo de la Historia: la de los intransigentes, la de los hipócritas, la de los cínicos.

Pero, más allá de los temas sobre los que ronda la intención última de esta novela ―el aborto, el sexo, la conciencia, la ética profesional y la muerte del prójimo como mal menor, entre otros―, Doctor Glas es sobre todo un soberbio ejercicio de estilo narrativo, conciso, intenso y afilado. Del mismo modo que se la ha señalado como una de las fuentes de las que bebería el cine de Ingmar Bergman, la literatura de Hjalmar Söderberg encuentra una suerte de epígono en, por ejemplo, los relatos del noruego Kjell Askildsen, dueño de una mirada similar a la de Söderberg sobre las miserias camufladas en el aparente bienestar general escandinavo. La publicación de Doctor Glas supone la recuperación de un título clave en las letras de aquellas latitudes y un acierto por parte de la editorial Alfabia.

Lecturas recomendadas (2): Rue de l’Odéon

Memorias

Rue de l’Odéon
Adrienne Monnier

Gallo Nero

Traducción de Julia Osuna
Septiembre de 2011
256 páginas
21 €




La lectura de estas páginas consigue que la declaración de amor al libro y a la literatura que en ellas derrama la librera Adrienne Monnier cale hasta los huesos de cualquier lector permeable a esa misma devoción por las letras. A menudo, la relación de vivencias entre escritores y artistas por parte de libreros, agentes, marchantes o editores apenas consigue camuflar la voluntad del cronista de que el lector tome partido por su versión de las cosas. Sin embargo, Rue de l’Odéon es mucho más que eso y que la mítica calle del Quartier Latin en la que Monnier ―escritora y editora, además de bibliófila― erigió La Maison des Amis des Livres, faro parisino contra la niebla de la incultura y el mal gusto. Rue de l’Odéon es esencialmente un libro verdadero, es decir, capaz de comunicar no sólo la pasión de alguien por la literatura, sino sobre todo el deseo que sostiene y enciende la vida ―y la de Adrienne Monnier fue de esa clase de hogueras― de quien pretenda hacer algo al respecto de la belleza.

Una lectura no sólo recomendable, sino necesaria, a la hora de dibujar el mapa literario y cultural del siglo XX más allá de los textos, mapa que se solapa con la experiencia de lectores y bibliófilos, de todos aquellos que cierran el círculo del hecho literario. Esta estupenda edición confirma la apuesta por la calidad que viene demostrando Gallo Nero, sello que, poco a poco, está armando un catálogo con vocación de perdurabilidad.

Lecturas recomendadas (1): El callejón de las almas perdidas

Novela

El callejón de las almas perdidas
William Lindsay Gresham

Sajalín editores

Traducción de Damià Alou
Introducción de Nick Tosches
Octubre de 2011
444 páginas
23 €



La feria ambulante que sirve de arranque para esta novela da pie a una historia que puede leerse como una alegoría de la sordidez de nuestro tiempo o una fábula underground sobre la honestidad, el cinismo y la ambición. Primera y brillante novela del atormentado y talentoso Gresham, y adaptada al cine por Edmund Goulding, El callejón de las almas perdidas habla sobre el comercio infame en que se convierten a veces las relaciones de interés con el otro y sobre la soledad del monstruo en el que todos podemos convertirnos en ese mercado atroz. Leyendo esta novela los agentes que manipulan nuestras mentes y nos ponen precio se revelan mucho más cercanos de lo que desearíamos, tanto como en el pozo más oscuro de nuestra condición humana.

Una vez más, sin hacer demasiado ruido y con un criterio impagable, el sello independiente Sajalín ratifica su encomiable labor editorial y recupera un título ineludible de la literatura contemporánea, una novela de prosa subyugante y precisa, escrita en 1946 y traducida por primera vez al español.

Mi madre es un hecho

No tengo, en realidad, ninguna intención de abundar más en una polémica absurda, retorcida y gratuita, ni voy a responder a toda la inconcebible cadena de insultos, calumnias, mentiras y ataques personales que he recibido (y que sigo recibiendo) a través de la red y en especial en un blog en los últimos días, algunos de ellos bordeando peligrosamente la frontera de la legalidad. Ataques anónimos en su gran mayoría dirigidos a mí, pero también a otros autores, y que me negaba a leer hasta que algunos amigos me han avisado del inaudito nivel de ensañamiento que estaba adquiriendo el asunto. Mi objetivo con esta entrada (larga no, larguísima, ya lo aviso, por concluyente; nadie está obligado a leerla y puede cerrar la ventana de su navegador ahora mismo con un simple clic), es justo el contrario: zanjar absolutamente el tema por mi parte, pero zanjarlo, eso sí, sin dejar que otros lo hagan en falso por mí, cuando el rastro con el que todo esto ha ensuciado la red (y ahí queda) es sencillamente miserable.

Por suerte, las muestras en privado de apoyo, respeto y comprensión que estoy recibiendo por parte de lectores, autores (entre ellos, y puntualizando en cada caso si tenían alguna duda o queja, la mayoría de participantes en Mi madre es un pez, que han actuado de manera leal y sensata), editores, compañeros de profesión, amigos y desconocidos superan a ese linchamiento virtual en cantidad y calidad (porque, entre otras cosas, vienen con nombre y apellidos y con la identidad de personas que se visten por los pies). Todo ello me ha ayudado a relativizar bastante las cosas, a aprender de los errores, a crecer en este camino en las letras que inicié hace unos pocos años y, de paso, a comprobar que el predicamento del que algunos creen disfrutar es mucho menor del que en realidad tienen entre los lectores y profesionales de lo literario que permanecen completamente ajenos a este tipo de absurdas polémicas en la letrina de las vanidades (llamarla "hoguera" sería darle una dignidad de la que carece, a estas alturas). Pero, como es lógico, no estoy dispuesto a permitir que nadie (y mucho menos quien se esconde en un anónimo para lapidar al otro) ponga en tela de juicio el trabajo de un impecable equipo de editores, ilustradores y autores, ni el de los antólogos, ni a que, ya que la parte más virulenta del ataque, en especial en el susodicho blog (y no entiendo por qué), se ha dirigido contra mi persona, eche basura gratuita sobre mi nombre y mi trabajo.

Por ello, y de nuevo a título exclusivamente personal, voy a dejar fuera la mención a varios temas (y no son pocos, palabra) que, habiéndome decepcionado muchísimo al venir de ciertas personas con las que creía haber tenido hasta ahora un trato cordial en lo personal y respetuoso en lo profesional, no tiene ningún sentido que enumere aquí, y voy a intentar remitirme lo máximo posible a los hechos y lo mínimo indispensable a las interpretaciones. Pero voy a empezar por lo fundamental y lo más honesto, que es reconocer los errores propios y pedir disculpas a quien toque y por la parte que me toca:

1. Creo sinceramente, después de haber reflexionado por mi cuenta y en común, que los tres fundadores del movimiento Nuevo DRAMA nos hemos equivocado completamente, y lo digo sin ambages. Tienen razón quienes argumentan que un movimiento artístico se hace o no a través de la obra y sucede o no conforme esta se construye, y en ningún caso de forma previa. Primer error, pues: adelantarse.

2. La redacción de un manifiesto y la puesta en marcha de sus lógicos vehículos de difusión (los naturales en nuestro tiempo, me parece: una página web y cuenta en dos redes sociales) se hizo coincidir en el tiempo con la aparición de la antología Mi madre es un pez en Libros del Silencio porque en su momento, y una vez finalizada la compilación, Juan Soto Ivars y yo pensamos que el prólogo del libro era un buen lugar para señalar un cierto estado de las cosas en la literatura actual en español. Esa opinión la mantenemos y la mantendremos contra viento y marea, pues recoge el sentir de infinidad de lectores y autores, y aunque no fuera así (que lo es), desde luego refleja nuestras ideas fundamentales en torno a la literatura actual en español y lo que la rodea. El texto del prólogo [aquí], como han reconocido ya algunos críticos, fue concebido pues como un juego literario y se le dio además un planteamiento narrativo, por salir del tedio habitual del formato (sobre todo en una antología no canónica, es decir, temática y de textos por encargo, completamente inéditos, salvo los de Fresán y Mendoza, como ya se ha dicho en algunos medios). Fue entregado en último lugar, cuando la lista de relatos de la antología ya estaba cerrada. A pesar de las detalladas explicaciones que ya hemos dado la editorial y los antólogos (sobre la no inclusión contra su voluntad ni sin su conocimiento de ninguno de los autores de la antología en ningún movimiento), en este blog [aquí] y en las redes sociales, y que ya han sido comprendidas y aceptadas por cualquier persona cabal, es cierto que alguna frase del prólogo puede dar lugar a algún malentendido.

Sin embargo, resulta curioso que, con anterioridad a la publicación el pasado jueves, 13 de octubre, del ya "famoso" artículo en el suplemento Tendències, y una vez que no sólo el libro había salido de imprenta, sino que incluso el PDF del prólogo había sido inmediatamente compartido por la editorial en su página web, a la vista de todo el mundo, absolutamente NADIE comentara, ni de forma pública ni privada, ni tampoco ningún crítico en ninguna de las reseñas que ya habían ido apareciendo sobre el libro, el más mínimo atisbo de duda o polémica en torno a todo este asunto. Es decir, que absolutamente NADIE expresó hasta entonces que la antología fuera un intento velado de sus antólogos por presentarla como parte de un movimiento literario. El hecho, pues, es que la polémica nace a partir de dicho artículo, a lo que me referiré más adelante. Con todo, los antólogos (los dos) estamos dispuestos a aceptar un segundo error: habernos referido, ni que haya sido brevemente (el drama como concepto literario general es otro asunto y ahí sí hemos abundado más), al movimiento Nuevo DRAMA en el texto del prólogo y no haber expresado sin dicha mención esa misma idea nuestra del estado de las cosas en la literatura actual en español, algo que podríamos haber hecho eliminando apenas un par de frases y sin cambiar ni una coma más del prólogo.

3. Cuando me refiera luego en concreto al artículo de Laura Fernández en el suplemento Tendències detallaré más la cuestión, pero aunque creo que toda la polémica viene por una serie de errores y malentendidos por varias partes, los antólogos todavía podríamos aceptar (aunque esto ya con bastantes reservas, como luego se verá) un tercer error (encadenado, eso sí, al segundo, como es lógico): haber hablado del movimiento Nuevo DRAMA en una entrevista que tenía como objetivo básico comentar la aparición de la antología Mi madre es un pez. A partir de ahora será inevitable que algunos medios, siempre atentos a las polémicas, nos pregunten por ambos temas, pero vamos a ser muy cuidadosos con ello, hablando de la antología o del Nuevo DRAMA de la forma más separada posible y, nunca mejor dicho, con luz y taquígrafos: cuando hay una grabación de por medio es mucho más fácil entenderse en caso de interpretar mal cualquier frase.


Tras darnos cuenta de esa serie de equivocaciones y decisiones inoportunas, lo más lógico y sensato era no porfiar y retirar el manifiesto Nuevo DRAMA y con él todos los soportes para su difusión. Por ese motivo se cancelaron las cuentas en Facebook y Twitter y la página web. Esto podrá entenderlo cualquier persona con un mínimo de sentido común: cuando uno se equivoca, lo asume y se desdice. Punto final. El conjunto de motivos e ideas que nos llevó a los tres fundadores de Nuevo DRAMA a poner en marcha el proyecto sigue intacto, pero nos hemos equivocado en todo lo que he referido hasta ahora en esta entrada y hemos comprendido que ha de ser la obra la que defienda nuestras tesis y nuestro modo de entender la creación artística a día de hoy. Con todo, cabe decir que hemos recibido también el apoyo de lectores, autores y editores porque, contra la cómoda postura de la crítica gratuita, nosotros pretendíamos crear algo, mover algo, pelear por algo en nuestra tarea creativa y según nuestras ideas, nuestro sentir y nuestro máximo respeto por el lector (en este caso, como escritores, aunque en realidad el movimiento no buscaba ceñirse sólo a la literatura, sino a toda expresión artística). Y eso, le pese a quien le pese, lo están reconociendo terceras personas: es siempre más genuino intentar crear algo, aun con sus equivocaciones iniciales, que sentarse en una poltrona a derribar el deseo y el trabajo del otro (y mientras escribo esta frase pienso en autores y editores que se quejaron en su día por lo mismo y ahora parecen olvidar). Estamos incluso empezando a recibir propuestas editoriales, y de momento no, no tenemos obra publicada a título individual, pero eso es algo que va a cambiar de manera inminente. Ese es el momento al que debíamos haber esperado, a que fueran los demás quienes decidieran el alcance y la valía de nuestra propuesta; somos conscientes y reconocemos nuestro error principal. Fin del asunto.

4. Voy ahora a la raíz de la polémica, es decir, a comentar el contenido del artículo "La familia, ese enorme dolor de cabeza", publicado por la periodista y escritora Laura Fernández el pasado jueves, 13 de octubre, en el número 322 del suplemento Tendències de la edición catalana del diario El Mundo, y también a la entrada "Mi madre es un comunicado" en el blog del escritor y traductor Javier Calvo, uno de los 33 autores de Mi madre es un pez. Como el tema sería harto complejo de presentar si entrara ahora en demasiadas valoraciones (cosa que intentaré hacer brevemente al final), me remito primero a la relación cronológica de los hechos y a la puntualización de frases concretas, hechos y palabras que invito a desmentir a cualquier persona implicada en esta, de veras, cada vez más absurda polémica:

  • Me encuentro de manera casual con Laura Fernández delante del edificio del CCCB. En la charla, Laura me comunica su intención de publicar un artículo sobre la antología, cosa que por supuesto le agradezco y para la que convenimos invitar a algunos de los autores, de entre los radicados en Barcelona. Le comunico a la editorial la circunstancia y a partir de ese momento el contacto continúa entre la periodista y yo.
  • Entre correos electrónicos y mensajes de texto al móvil, acuerdo con Laura las condiciones de la entrevista. Decidimos que, para lograr una mayor representatividad en cuanto a una de las motivaciones fundamentales de la antología (mezclar autores de diferentes edades y estéticas literarias, y a escritores ya conocidos con otras voces a descubrir), invitaremos a un autor reconocido, a otro cada vez más emergente, y a un novel, es decir, Javier Calvo, Fernando Clemot y Manuel Astur, respectivamente. Entre esos mensajes, y respetando la libertad absoluta de la periodista para enfocar el tema, el único comentario previo o sugerencia que le hice a Laura respecto al encuentro (y ahí tal vez podemos reconocer ese mencionado tercer error por mi parte, aunque en ese momento no lo percibiera como tal) fue que, si le parecía bien, "en algún momento se mencionara en la entrevista, por una pregunta tuya, o en el texto, o lo que tú veas, lo del nuevo DRAMA" (sic). Es decir, que con "algún momento" y que "se mencionara" el asunto, y de manera complementaria pero no indisoluble al libro, nos dábamos por satisfechos los antólogos (sí, el tercer error, aunque de entre los que conocen cómo funciona esta profesión, sólo el mayor hipócrita del mundo sería incapaz, no sé si de justificarlo, pero sí de comprenderlo).
  • El encuentro tiene lugar el lunes, 3 de octubre, y durante la conversación en una de las terrazas de la Rambla del Raval, hablamos largo y tendido de la antología y luego del Nuevo DRAMA, algo que, una vez leído el prólogo, Laura considera de interés y en lo que abundamos entre sonrisas y comentarios sobre varios temas, algunos de los cuales no reproduciré aquí por una evidente cuestión de ética (no son temas recogidos en el artículo). Laura toma notas en su libreta (no utiliza grabadora) y, cuando finaliza el encuentro y al despedirnos, me pongo a su disposición por si a posteriori necesita algún tipo de aclaración o dato, cuando redacte el texto de su artículo.
  • Laura y yo no hablamos más sobre el contenido del artículo y, como me avisó, el jueves 13 aparece publicado. Al día siguiente Javier Calvo publica la entrada en su blog. Como son dos contenidos públicos, paso a comentar los errores y las inexactitudes en uno y otro. Hechos y palabras que, de nuevo, invito a cualquiera de los implicados a desmentir, si por omisión o error falto a la verdad.

Del artículo de Laura Fernández [PDF]:

"De la Nocilla al Nuevo DRAMA
La antología ‘Mi madre es un pez’ es más que una colección de relatos: es el nacimiento de un movimiento literario que hace del drama su bandera. Y está dispuesto a hacer olvidar a los ‘nocillos’."

El titular en portada del suplemento ya anuncia que, lejos de ser una mención aislada en el artículo, el tema va a ser protagonista y con un enfoque, como mínimo, peculiar. Esa decisión le pertenece a Laura, que con la mejor intención del mundo (estoy absolutamente convencido de ello), como periodista, y tras consultar sus notas, considera que en ese movimiento de reacción artística podría haber un tema que generara interés para el público. Pero en la entradillla posterior ya aparece la primera "inexactitud" (por ser suave) sobre todo esto. Y lo gracioso del asunto es que durante el artículo se habla mucho más de Mi madre es un pez que del Nuevo DRAMA, pero ya sabemos que, en prensa y en casi todo, por desgracia a veces, los titulares mandan. Aquí me toca reconocer también que, con la emoción de ver el trabajo de meses de todo un equipo ahí, visible por fin para el público, y tras una primera lectura apresurada y en diagonal del artículo, le envío un mensaje a Laura dándole las gracias y comentándole un par de fallos (y otro a Fernando disculpándome, aunque no me tocara a mí hacerlo, por otro error de bulto que veremos luego), pero sin darme cuenta en ese momento del verdadero alcance del malentendido.

"Más de una treintena de autores se sumergen en las frías (y a menudo pobladas de tiburones) aguas de las relaciones entres padres, hijos, madres y hermanos, y dan forma al buque insignia del Nuevo DRAMA en Mi madre es un pez, una de esas antologías con pretensiones."

La misma "inexactitud" (por lo menos) en esa segunda entradilla de la página 6: en ningún momento de la conversación se ha dicho que Mi madre es un pez sea el buque insignia del Nuevo DRAMA (lo de los tiburones, visto lo visto estos días, es desgraciadamente cierto).

"[...] antología de relatos inéditos (los son todos menos dos, el que abre, una luminosa joya de Rodrigo Fresán: La sustitución de los cuerpos, y el que cierra, un retrato costumbrista de una Barcelona que ya no existe, de Eduardo Mendoza, Escenas y retratos familiares con Barcelona al fondo) que pretende convertirse en el primer paso de un movimiento literario, el Nuevo DRAMA.

La misma "inexactitud" (la palabra me parece cada vez más generosa). Ni buque insignia ni primer paso de nada, sólo la mención en el prólogo y la conversación en la terraza del Raval acerca de nuestras ideas sobre la literatura actual en español. Durante la misma conversación, ni siquiera a Javier Calvo ni a Fernando Clemot se les señala como parte de nada.

"El Nuevo DRAMA tiene como fin «romper con la frialdad de la forma y la impostura de lo fragmentario por tendencia», es decir, hacer olvidar a la ya en retirada Generación Nocilla, renegando «de la versión más vacua de la posmodernidad », con la firme intención de «emocionar, decir, crear nuevos dramas». Así lo manifiestan Sergi y Juan en el (muy descriptivo) prólogo de Mi madre es un pez."

Por supuesto, las partes entrecomilladas son literales, sacadas del prólogo. Sin embargo, "hacer olvidar a la ya en retirada Generación Nocilla" es una apreciación entre la periodista y los autores que surge a ratos en la conversación, de manera distendida y con bastante sentido del humor, sobre todo porque nunca existió realmente tal generación, al menos desde un punto de vista literario. Pero, desde luego, ni el Nuevo DRAMA ni mucho menos Mi madre es un pez nacen para hacer olvidar a nadie, algo que en cualquier caso deberían decidir a posteriori los lectores.

"Entre ellos, Javier Calvo («teníamos que llamarle, él estuvo, sin querer, en la anterior generación y tenía que estar en esta», dice Bellver; a su lado, Javier asegura que aún no ha dicho que esté en ningún sitio, aunque le parece bien «que se quieran volver a contar historias» en plan Dickens, «me parece un planteamiento interesante»), [...]"

En este punto vuelven a torcerse seriamente las cosas. Primero, porque esas palabras no son ciertas o, cuando menos, no son exactas. Están extraídas de un hilo de la conversación que era mucho más largo (también con una referencia a Vila-Matas de por medio que no está enteramente recogida en el texto del artículo; aunque hay que entender que el espacio en prensa es reducido y a veces, por sintetizar, se pierden algunos sentidos) y en el que, como he dicho, el tema de las generaciones surgió en tono completamente humorístico. En ese hilo esas palabras no salen de mi boca (o no sólo, como mínimo), sino que es el propio Javier Calvo quien, como los demás, le quita hierro y juega con la idea de estar en dos "generaciones" sin comerlo ni beberlo, entre risas. Sobre el Nuevo DRAMA, cuando Manuel Astur y yo apuntamos sus parámetros esenciales, sí que Javier Calvo comenta exactamente lo reflejado por Laura Fernández, es decir, que no está (como NINGÚN otro autor por el simple hecho de haber participado en la antología, como ya hemos referido editorial, antólogos y algún autor hasta la saciedad) en ningún lado, y que simplemente le parece un planteamiento interesante que se quiera volver a contar historias que emocionen a la gente (base y raíz del Nuevo DRAMA).

"[...] Manuel Astur (que ha escrito su primer cuento para esta antología) [...]"

Aquí no se le puede reprochar nada a Laura, pero sí me permito una valoración: Astur es novel como narrador publicado, pero lleva tiempo escribiendo, de modo que hubiera sido más exacto decir "que ha publicado por primera vez un cuento con esta antología" o algo similar, ya que además de ser inminente la publicación de su primer poemario y de estar trabajando en su primera novela, no es desde luego un recién llegado a la escena cultural: fue director de la revista Arto! y una figura importante en el panorama musical madrileño. A otros, por mucho menos, les llaman para escribir novelas por encargo.

"«No es un movimiento contra nadie, es sólo un ‘vale ya’ que dejaremos cuando deje de tener sentido, cuando haya vuelto el drama, la historia por la historia», aclara Sergi [...]"

Rigurosísimamente cierto, por mucho que demasiada gente haya insistido en obviar esta parte, fundamental, y a la que contradicen otras cosas del propio artículo. Quiero remarcar lo de "un ‘vale ya’ que dejaremos cuando deje de tener sentido", es decir, que queda meridianamente claro que no hay voluntad de configurar ni perpetuar una "generación" o un grupo, y mucho menos contra nadie en particular, aunque sí como reacción y defensa de un modo de hacer literatura (y lo que proceda en cuanto a la creación artística). NADA más. Y por si no quedaba claro, vamos (junto a los titulares) con lo más problemático del artículo, publicado en un cuadro aparte y entre las fotos de cuatro autores:

"El sello Nuevo DRAMA

Fernando Clemot está a punto de publicar una novela en Barataria. Y llevará el sello Nuevo DRAMA. Igual que el poemario de Manuel Astur, que verá la luz en diciembre. «Sólo es un pequeño sello que se incluirá en las últimas páginas, como dando a entender que el autor ha tenido intención de contar una historia», informa Sergi Bellver. «No somos un grupo, sólo estamos reivindicando una manera de hacer las cosas», añade. En la web, ya hay un manifiesto de este ‘no grupo’."

Aquí todo se desmadra y, a la vez, debería haber quedado en nada. En primer lugar, es verdad que Fernando Clemot está a punto de publicar una novela en Barataria, y nos alegramos todos por ello; El libro de las maravillas, se titula. Pero como ya ha dejado meridianamente claro el propio Clemot con una irreprochable entrada en su blog [aquí] tras una serie de comentarios anónimos aparecidos en varios lugares de toda la letrina virtual, el autor va por libre y no se adhiere a movimiento alguno. Lo que se dijo sobre el sello con un logo Nuevo DRAMA se refería, además de al poemario de Manuel Astur, a la novela La conjetura de Perelmán, que Juan Soto Ivars publica en noviembre en Ediciones B y de la que la revista Quimera ofreció un adelanto recientemente, a mi primer libro en solitario de narrativa, que se publicará en 2012, y a cualquier obra futura de cualquier otro autor que con el tiempo pudiera sentirse claramente identificado con el Nuevo DRAMA.

Pero lo más importante de todo este asunto y lo que debería haberlo cortado de raíz aún antes de desatarse, está en la frase final, que me permito repetir y remarcar, por si a alguien aún no le ha quedado lo suficientemente claro: «No somos un grupo, sólo estamos reivindicando una manera de hacer las cosas».



Ya sabemos que, además de la tiranía de los titulares y de la pereza o la falta de atención de algunos a la hora de leer, hay quien prefiere quedarse sólo con una parte sesgada para justificar cualquier "opinión" sobre el todo. El resultado lo hemos podido ver estos días y a algunos nos ha tocado sufrirlo más que a otros.


De la entrada en el blog de Javier Calvo [enlace]:


"Aunque la verdad es que me parece una aclaración del todo innecesaria, escribo estas líneas porque en los últimos dos días me han llegado bastante mensajes, sobre todo aquí y en facebook, preguntándome por mi participación en el "movimiento literario" Nuevo DRAMA. Así pues, para disipar cualquier posible duda, ofrezco aquí una explicación (que como digo, debería ser innecesaria)."

Todo bien. Javier Calvo está en su perfectísimo derecho de aclarar su postura, por si no estaba ya suficientemente definida en el artículo, y cito de nuevo: "Javier asegura que aún no ha dicho que esté en ningún sitio". También es cierto lo de los mensajes, algunos más que malintencionados, como demostraré en el apartado final de esta entrada.

"Hace medio año contribuí al libro colectivo Mi madre es un pez (Ediciones del Silencio, 2011) con mi relato "Alas de murciélago", invitado por el director de dicha editorial, Gonzalo Canedo, con quien trabajo habitualmente en calidad de traductor."

También es cierto (aunque la editorial es Libros del Silencio; he consultado el blog a las 6.20 horas de hoy, viernes 17). Calvo fue invitado, junto con otros ocho autores (Avilés, Castro, Fresán, Lifante, B. Marsé, Mendoza, Padial y Soler), por el editor de Libros del Silencio, aunque su nombre ya fue propuesto en una primera reunión por Juan Soto Ivars y por mí, quienes nos encargamos de proponer, contactar y coordinar a los otros veinticuatro autores: ocho que ya figuraban en la primera versión del manuscrito entregado a la editorial (que no era la primera del proyecto, revisado con anterioridad a contactar con Libros del Silencio), que como ya ha aclarado la propia editorial, se ceñía a autores españoles jóvenes (menores de cuarenta años en su momento, para ser exactos), a saber: Bilbao, Candeira, Cañero, Cifuentes, Clemot, Lapido, Moreno y Olmos; y otros dieciséis a los que llamamos Juan y yo una vez acordada la preparación y publicación de la antología con Libros del Silencio, y abierto el proyecto a cualquier edad y a todo el ámbito latinoamericano: Adaui, Astur, Cebrián, de la Cruz, Enriquez, F. Burgos, G. Llovet, Gual, Jabois, Jeftanovic, M. Salmón, Ortuño, de Ory, Sofer, Terranova y Ventura. Recalco todo esto una vez más por algunas estupideces que he leído por ahí sobre la "autoría" de la antología, los nombres más o menos conocidos y demás asuntos. Y aprovecho para decir, una vez más, que la labor y la actitud de los responsables de Libros del Silencio (sello que vio una buena idea en nuestra propuesta y apostó por ella, apoyándola y enriqueciéndola en lo que mejor supo y pudo) ha sido en todo momento impecable y profesional. Y eso lo sabe todo el mundo en esta historia.

"La premisa de dicho libro colectivo era estrictamente temática. Pedían relatos sobre la familia, con total libertad estilística y sin directrices de ninguna clase."

Sí y no. Es cierto que la premisa era temática y que había libertad creativa. Aunque también lo es que había cierta directriz añadida, por sutil que esta fuera: en todas las conversaciones con los autores se sugería una óptica amplia pero sí con ciertos matices, tomando la familia como fuente de conflictos y, en lo posible, a través de una mirada irreverente y cáustica. El resultado final de esa suerte de "temperatura general" del libro salta a la vista al leer los relatos. No fue ni es en ningún momento una antología de, digamos, "celebración de la familia". En eso acierta Laura Fernández (como en otras cosas, por supuesto) al contemplar el conjunto del libro en general.

"El libro se publicó y yo lo leí y publiqué una entrada en mi blog alabando sus estupendos relatos."

Cierto [enlace]. Nos pareció bien, claro, aunque no mencionara a los antólogos, que, bueno, "algo" trabajamos y conversamos con Calvo mientras escribía su relato (recuerdo sesiones de chat en Facebook muy divertidas al respecto entre Calvo y yo), y que no lo engañamos en ningún momento y con ningún asunto, ni siquiera al citarle con la periodista una vez publicado el libro. "Alas de murciélago" es un buen relato, qué duda cabe. Y Javier Calvo un buen escritor, pero que también se divierte a su vez con los anónimos que permite según el día en su blog. Cada uno es libre de elegir su sentido de lo lúdico y su modus operandi. En este blog, por ejemplo, nunca se permite que se le falte al respeto a nadie, sobre todo a terceros (y por nada del mundo a gente con la que uno ha trabajado y se supone que está defendiendo un libro). Ni levemente. Y mucho menos con anónimos.

"Durante la semana siguiente, sin embargo, el libro apareció en la página web www.nuevodrama.es, en tanto que obra perteneciente al colectivo o movimiento Nuevo DRAMA. El prólogo de la obra aparece en esa misma página web como descarga y también asociado a ese movimiento."

Cierto de nuevo, pero, como ya comenté en el perfil Facebook del propio Calvo (y mientras escribo esto pienso en que hoy en día esa red social ha ganado el rango que tenían antaño los blogs, sobre todo entre escritores), eso se debió a un fallo técnico nuestro (el cuarto error, supongo) en los contenidos y sólo tenía que figurar en una sección de prensa la mención al Nuevo DRAMA en el prólogo, no el libro en su conjunto. Antes de dar de baja la página web y en cuanto nos percatamos de ello, se corrigió este punto y se comunicó.

"A continuación apareció un reportaje en el suplemento Tendències del Mundo, firmado por la periodista y novelista Laura Fernández, donde el libro volvía a presentarse como estandarte de dicho movimiento, y salía yo fotografiado con los fundadores del mismo."

En realidad, no. Primero apareció el artículo y el mismo día, sí, pero unas cuantas horas más tarde, se hizo pública la web. El motivo no es otro que un problema administrativo con el dominio, solucionado a última hora. En la foto, por otra parte, aparecen tres autores (Calvo olvida a Clemot) y uno de los antólogos, y así fue concebida. Insisto en que lo del Nuevo DRAMA debería haber sido una escueta mención añadida al artículo, y no el titular ni el eje del mismo.

"Jamás se me invitó a formar parte de nada, ni tampoco se me informó de que el libro se iba a asociar con ninguna corriente literaria."

Toda la parte restante del comunicado de Javier Calvo sigue haciendo referencia al artículo del Tendències y a su aclaración respecto a la no pertenencia a ningún movimiento. De los comentarios posteriores prefiero no decir ya nada más. Ya he hablado largo y tendido de dicho artículo, de sus inexactitudes y errores, de los errores que yo mismo asumo y me parece que ha quedado todo claro y cristalino. Quien todavía necesite aclaraciones necesitará también a estas alturas un mapa o, quizá, lecciones de español. Sólo me resta decir que respeto la labor como periodista cultural de Laura Fernández y su trabajo como escritora, y que siento mucho todo lo sucedido. Todos cometemos errores y yo empiezo por asumir los míos. También valoro en lo que vale la carrera literaria de Javier Calvo, que he reseñado en una ocasión en los medios (con Suomenlinna), y la incuestionable calidad de sus publicaciones como traductor literario. Sin embargo, me parece que habiendo leído el mismo artículo que todo el mundo, y habiendo, sobre todo, estado en la misma mesa y conversación que Laura, Fernando, Manuel y yo mismo la mañana de aquel lunes, 3 de octubre, su comunicado es perfectamente lícito pero, digamos, el tono empleado (y el lugar en el que coloca a sus antólogos) es, sobre todo en los comentarios a cada entrada, por decirlo suavemente, "poco cariñoso" o "no del todo respetuoso".

No abundaré en la cordial relación que uno pensaba que mantenía con el autor ni en el alborozo y el divertimento que todo esto parece haber causado entre otros personajes, algunos de ellos (a los que siempre he tratado públicamente con respeto) con cierta noción de pertenecer a una suerte de casta superior aunque, a día de hoy, tampoco es que hayan publicado demasiadas cosas, si vamos a la agencia española del ISBN, ni que hayan calado de veras entre el público, si preguntamos a cualquier lector medio. Yo llevo desde 2010 dos antologías a mi cargo y dos relatos como autor en otras tantas (no vamos a contar mi labor como crítico en una revista local, dos nacionales y un suplemento, que supongo que eso está al alcance de cualquier otro "blogger sin estudios", o que se debe, sin duda, a mis malas artes con la hipnosis, a sobornos varios o vaya usted a saber). No es mucho, ya lo sé, es poco, de acuerdo, sí, venga, como ustedes quieran, pero empecé en esto en 2007, me lo he labrado todo yo solo y sin padrinos (salvo en una ocasión, en la que un importante periodista a quien yo no conocía de nada decidió apostar por mí, precisamente, por llamar a las cosas por su nombre y no arredrarme) y, la verdad, no tengo prisa, porque todo llega. Porque lo hará, a nadie le quepa duda: ya se han encargado estos días de recordármelo varios editores al mostrarme su apoyo. Simplemente, me apuntaré todo esto como lección para el futuro: está más de moda el cinismo que el amor.


5. Y para terminar, recojo el inicio de esta (lo siento) larga pero (me parece, para mí desde luego) necesaria entrada: el salvaje linchamiento al que he sido sometido en la red, y no sólo (aunque sí sobre todo) en un blog que permite, tolera y hasta por momentos fomenta ese tipo de comentarios ante los que, en privado, muchos lectores, escritores y editores me han comunicado su estupor y repugnancia. No voy a contestar, como he dicho, a toda esa ristra de mentiras y calumnias por parte de anónimos en su inmensa mayoría, pero sí voy a dejar dos apuntes, para quien quiera reflexionar un poco:

Anónimos.
En varias entradas de ese blog, casualmente cercanas en el tiempo y referidas a Mi madre es un pez, a mi anterior antología, Chéjov comentado, y a esta polémica en torno al Nuevo DRAMA, se ha hablado poco, muy poco de literatura y mucho, demasiado, sobre cuestiones extraliterarias. He dicho antes que no entiendo el por qué del ensañamiento especial hacia mi persona y mi trabajo, pero creo que puedo deducir en algunos casos una motivación clara: la envidia y el rencor. No puedo decir demasiado, porque sin pruebas policiales (maldito vacío legal, malditos anónimos y malditas IPs dinámicas) no es ni ético ni sensato, pero al menos dos de los anónimos han cometido una serie de errores y se han retratado en datos, modos, vicios de sintaxis, antecedentes comprobados, mentiras y ruindades reiteradas (como lo de mi "nivel de estudios", por ejemplo, como si todos los escritores del mundo tuvieran una carrera universitaria, y no me hagan dar ejemplos; por suerte, hay editores y lectores que no miran los diplomas sino el trabajo, el talento y el valor de una propuesta concreta, le pese a quien le pese).

Además, y como avanzaba hace un momento al escribir sobre los mensajes malintencionados que no sólo ha recibido Javier Calvo, sino otros autores (una circunstancia que ya tuvo lugar hace casi un año, más grave entonces si cabe, junto a un ataque informático a mis cuentas de correo de entonces, "casualmente" el mismo día que presentaba en Madrid el libro Chéjov comentado; por lo visto, hay quien no soporta que un servidor publique), algún personaje indeseable cometió el error (y la bajeza) de remitir con una dirección de correo-e concreta (y que conservamos) a varios de los antologados en Mi madre es un pez un mensaje de una supuesta agencia de comunicación o algo parecido que hablaba del Nuevo DRAMA y de la antología como un todo cerrado, con el claro objetivo de enemistar a autores y antólogos. Lamento decirle al alborotador que puede haber creado revuelo y causado algún daño (su enfermizo objetivo), pero varios de los autores del libro ya han comprendido perfectamente el juego y me han informado de todo.

¿Quiénes son pues esos dos personajes (entre otros) que se dedican a intentar dañar la imagen y la carrera de los demás de manera tan rastrera y cobarde? No, sin pruebas policiales no puedo dar nombres, pero daré el móvil de su actitud, simplemente para que quede constancia de que yo lo sé, de que ellos lo saben y de que buena parte de eso que tan poco me gusta llamar "mundillo literario" lo sabe perfectamente: un escritor y blogger que se dio por aludido en una entrada de mi anterior blog, en 2007 (sí, tanto conservan el rencor algunos, por increíble que parezca), cuando criticaba una serie de inercias que yo creía observar en buena parte de los blogs literarios de entonces, y, el caso más evidente, un autor que se quedó fuera de la antología Mi madre es un pez. Quien quiera entender, que entienda, pero estamos en España y la letrina de las vanidades hace que este tipo de personajes campen a sus anchas por la clandestinidad de lo virtual. ¿De quién es la culpa? ¿Es también responsable quien lo permite? Decida el lector. Decidan los lectores de blogs si esos comentarios aportan algo. Sigan los anónimos si quieren insultando y mintiendo (manda narices, después de tantos años, que cite yo el desafortundao artículo de Marías en algo así, pero me ha venido como un rayo a la mente) en esa "región furibunda".

Pero el hecho es que no se ha hablado allí de literatura.

Libros.
Donde sí se ha hablado y se seguirá hablando de literatura, espero, es en las reseñas que ya ha recibido y que esperamos siga recibiendo la antología, y en las conversaciones con los lectores de Mi madre es un pez. La polémica y su infame eco en la red le está dando una visibilidad extra al libro que no necesitaba, pues la buena acogida general por parte de los lectores (quienes importan aquí, al final, con su milagroso gesto de elegir el libro y llevárselo a casa y disfrutar o no con sus textos) de Mi madre es un pez es un hecho.

La antología se defiende sola, por el trabajo que 41 personas, entre editores, autores, ilustradores y antólogos hemos volcado en ella y con Libros del Silencio durante muchos meses (años, en el caso de los antólogos, desde la primera versión del proyecto, en la que, por cierto y al hilo de más estupideces leídas en la red sobre el tema, yo figuraba como autor y Juan Soto Ivars, quien más adelante me solicitaría compartir el timón de este barco, era el responsable y padre de la idea inicial).

Entre todas las muestras en privado de apoyo, respeto y comprensión que he recibido, lectores, autores, editores, amigos y desconocidos han conseguido convencerme de algo: las miserias y la inquina de los mediocres quedan atrás y las engulle el tiempo, y al final sólo le importan a cuatro indeseables. Pero a la larga, ante los lectores y ante los compañeros, quedan el trabajo, la trayectoria y la honestidad de no esconderse, de dar la cara y de llamar a las cosas por su nombre. Tal vez sea eso lo que me haya granjeado enemigos, y lo que convierte en un puro chiste cualquier referencia a mi persona como "pelota", de nadie, cuando precisamente la mayoría de los conflictos que me han salpicado alguna vez han venido justo por todo lo contrario, por no casarme con nadie.

Y ahora, si me lo permiten, voy a preparar algunas cosas, que hay un libro que presentar en Madrid, a una emisora de radio en una cita por la tarde y al público después en la librería Tipos Infames. Y eso es lo que cuenta, al final, porque allí, damas y caballeros, señoras y señores, madres y peces, el hecho es que vamos a hablar de literatura.

Higashino y literatura japonesa en la revista Tiempo


Higashino y la devoción



Sergi Bellver
Existe una voz japonesa, aware, que expresa la emoción ante la impermanencia o la fugacidad de las cosas hermosas. Muy propia de la cosmogonía nipona, esa conmoción por la fragilidad y la caducidad de la Belleza, como ante la flor del cerezo, lleva, lejos del lamento, a una experiencia intensa y consciente del momento presente. Tal vez eso explique la extraña sintonía que, más allá del tópico y de la impresión de cierta esquizofrenia social que ―desde nuestro prisma― creemos percibir en el vertiginoso Japón actual, consigue armonizar tradición y cambio en aquella cultura. Esa doble huella se halla íntimamente impresa en los japoneses, tan fieles a su naturaleza como pendientes del resto del mundo, en especial de Occidente. El escritor japonés Keigo Higashino explora, sin embargo, los riesgos y las grietas de esa dualidad en La devoción del sospechoso X, la novela que acaba de publicar Ediciones B y con la que puede leerse por primera vez a este autor en español. Novela que tiene tanto de crónica del Japón actual ―lugares y modos del Tokio más genuino impregnan el ambiente en todo el texto, contemporáneo pero fuertemente arraigado al espacio que dibuja― como de retrato de una realidad que trasciende fronteras, a través de una historia que puede conectar con un lector de cualquier parte del globo, ya que explora un registro universal: la pulsión de nuestra parte más sombría, innata a todo ser humano y que puede llevarnos de la devoción al crimen o de la rutina al abismo. Resulta curiosa la coincidencia de aquella voz nipona, aware, con otra expresión en inglés, to be aware, es decir, “estar alerta” o “permanecer atento”, a la hora de pensar en esa doble mirada de la cultura japonesa hacia sí misma y hacia el exterior, apegada a la lentitud y a su liturgia y al mismo tiempo arrobada en la velocidad y la innovación. Una mirada que no siempre halla reflejo de nuestro lado, ya que a menudo filtramos todo lo que llega del archipiélago con el cedazo de nuestra idea preconcebida de Japón, una inercia que libros como el de Higashino puede ayudar a romper.

La devoción del sospechoso X retrata la esencia del Tokio de hoy, pero esta novela negra explora también la parte más oscura de la condición humana, la que puede arrastrarnos de la obsesión al crimen.


Sin llegar a encriptar del todo su existencia ni provocar esa suerte de subgénero literario que lleva a muchos lectores y a otros autores a perseguir el rastro de escritores tan esquivos como Thomas Pynchon o tan ermitaños como lo fue durante buena parte de su vida Jerome David Salinger, Higashino mantiene cierta distancia con lo público, ya que apenas concede entrevistas y no se deja fotografiar fácilmente. Celoso de su espacio y de su privacidad, algo escéptico en cuanto al mercado editorial e interesado en pasar desapercibido por las calles de Tokio, como cualquier otro ciudadano de mediana edad ―tarea cada vez más compleja, pues en su país La devoción del sospechoso X ha ganado el importante Premio Naoki, sus libros se venden ya por millones y originan versiones cinematográficas; Google, además, siempre está dispuesto a señalar un rostro con el dedo de cualquier lector impaciente―, Higashino, sin embargo, se revela en su literatura como un detonador capaz de hacer saltar por los aires el tedio y, con la onda expansiva, derribar de paso unos cuantos prejuicios en torno a la novela negra en general y a la literatura japonesa contemporánea en particular.

Hábil ingeniero a la hora de diseñar el mecanismo de su novela y el perfil ―psicológico― de cada una de sus piezas, Higashino consigue un perfecto artefacto de relojería cuyo final deslumbra al explotar.

El autor de La devoción del sospechoso X es sobre todo un creador de tramas, un tejedor de ideas alejado de la deriva lírica de otros escritores japoneses de éxito en Occidente ―de éxito comercial, cuando menos―, como, sin ir más lejos, Haruki Murakami, ubicuo en las librerías españolas con 1Q84 (Tusquets). La ambición literaria de Higashino, antiguo ingeniero automovilístico convertido con el tiempo en escritor, tiene más que ver con la activación de resortes mentales en el lector y el desarrollo psicológico de sus personajes que con el mecanismo de recompensa emocional instalado en otro público afín a un tipo distinto de historias más, digamos, predecibles. Tal vez por ello, el género negro suponía la elección más inteligente para este autor, con toda la estrechez de esa etiqueta para un libro como La devoción del sospechoso X, crónica de un crimen anunciado y de un reto científico y policial que ya ha arrasado en las listas de ventas de países como Estados Unidos y el Reino Unido, donde la prensa ―The Times, en concreto― no ha tardado en comparar a Higashino con Stieg Larsson. El símil no parece gratuito pues ambos autores comparten bastantes más cosas que la novela negra como marco, el crimen como pretexto y la saga como formato: La devoción del sospechoso X pertenece a Dr. Galileo, serie de novelas protagonizada por Yukawa Manabu, un profesor excéntrico que se sirve de inusuales análisis científicos para desentrañar misterios criminales. La saga ya ha sido objeto en Japón de una serie de televisión y llegó en 2008 a las salas de cine. No obstante, Higashino no pierde el norte en su motivación a la hora de escribir: “Quiero que la gente lea mi trabajo y llegue a entender cómo piensan, aman y odian los japoneses”, dice en una de sus escasas entrevistas.

La flor del cerezo
La publicación de La devoción del sospechoso X y el eco que puede tener la novela en España parece una excusa ideal para revisar la presencia de la mejor literatura japonesa moderna y contemporánea en nuestras librerías. Para el lector español la de Japón es, del siglo XX hasta aquí, una cultura audiovisual y tecnológica: desde el gran cine de Kurosawa o el de Imamura a iconos de la serie B como Godzilla; de la explosión del manga y el anime con joyas como Akira o El viaje de Chihiro a sagas del videojuego como Final Fantasy, tradición e innovación recorren esos distintos acentos de un mismo lenguaje narrativo. La sociedad japonesa, en especial la urbana, resulta a menudo alienante para este prisma nuestro con el que la observamos: el vértigo de su desarrollo tecnológico y la imagen de eficiencia de los japoneses ―y sus insólitas huelgas― contrasta con fenómenos cada vez más frecuentes como los desempleados sin hogar o los hikikomori ―jóvenes recluidos en casa por voluntad propia― o la venta de ropa interior femenina usada y de revistas sobre menores en ropa interior y actitud provocativa ―publicaciones perfectamente legales―. Los hijos adolescentes de esos mismos japoneses que llegan a España armados con su sonrisa aséptica y su infatigable cámara de fotos, leen por millones novelas compartidas por mensajes en sus móviles de última generación. Pero del mismo modo que esos japoneses creen reconocer algo de su propia esencia en el sentido de la entrega y del honor que interpretan en el flamenco o en las corridas de toros, un español puede acercarse a su literatura con esa misma atención y descubrir que la alienación puede no ser tanta. Menos violenta que la de Richard Chamberlain en la serie Shogun; no tan tópica como la de Michael Douglas en Black Rain (Ridley Scott), y sí contemporánea y abismada como la de Lost in translation (Sofia Coppola), donde todos éramos un poco Bill Murray.

Decir literatura japonesa en España es pensar en los haikus de Basho, los cuentos de Akutagawa, la maravillosa literatura de Kawabata y la de su discípulo, el irrepetible Mishima. El Nobel Kenzaburo Oe, los textos de Tanizaki y best sellers como el mencionado Murakami, o Nakamura, probablemente sean las primeras referencias en la memoria del lector. Pero en los últimos años varias editoriales ―y alguna de manera exclusiva y excelente, como el sello Satori, íntegramente dedicado a la cultura nipona― están recuperando grandes obras de la literatura japonesa de los siglos XX y XXI, desde peces raros en su propio país como el excepcional Shusaku Endo, que ahonda en el pasado más oscuro del Japón moderno con El mar y veneno, a autores contemporáneos como el prodigioso Yasutaka Tsutsui. No hace tanto que Fukushima nos ha recordado a todos la impermanencia de las cosas, lo que nos invita a buscar una experiencia más intensa y consciente. Como la flor del cerezo, toda belleza es efímera, pero al menos la de la mejor literatura japonesa promete el aware, esa conmoción, una devoción sospechosa de atrapar al lector.

Una geisha y siete samuráis

El cielo es azul, la tierra blanca, de Hiromi Kawakami (Acantilado). Conmovedora, sutil y hermosa historia de amor, alejada del tópico y con una memorable protagonista femenina.

Namiko, de Tokutomi Roka (Satori). Todo un clásico de la literatura japonesa, con la misma intención moral de Anna Karénina o Madame Bovary, recuperado ahora por Satori.

Paprika, de Yasutaka Tsutsui (Atalanta). El japonés más original e imaginativo entre sus contemporáneos, tanto en esta onírica novela como en sus relatos, también publicados por Atalanta.

Botchan, de Natsume Sōseki (Impedimenta). Tal vez el primer pequeño gran éxito de un autor japonés entre las nuevas editoriales independientes. Una novela maravillosa.

Indigno de ser humano, de Osamu Dazai (Sajalin). Obra magna que combina tintes autobiográficos con una historia desgarradora. Uno de los pilares de la literatura japonesa moderna.

Kinshu. Tapiz de otoño, de Teru Miyamoto (Alfabia). Prodigio narrativo con el que Miyamoto demuestra su sabiduría al asomarse a las contradicciones de la condición humana.

Kanikosen, de Takiji Kobayashi (Ático de los Libros). Junto a Endo, el otro descubrimiento japonés de este sello, una historia de absoluta vigencia que ya va por su tercera edición.

Idéntico al ser humano, de Kobo Abe (Candaya). Irónica, profunda e inteligente, la escritura de Abe resiste la reiterada comparación con la de Franz Kafka.

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Versión íntegra y con algunos contenidos añadidos al artículo publicado en la sección de Cultura del n.º 1.525 de la revista Tiempo el viernes, 14 de octubre de 2011.

Mi madre es un pez en El Cultural

Ricardo Senabre firma una detallada reseña de Mi madre es un pez en el número de hoy viernes, 14 de octubre, del suplemento El Cultural del diario El Mundo. En ella, como no podría ser de otro modo, el crítico muestra de forma honesta sus preferencias, filias y fobias literarias, algo aún más comprensible si tenemos en cuenta que son más de treinta los relatos a valorar en esta antología de Libros del Silencio. Podéis leer la reseña en su versión web en este enlace o descargar el PDF.

Por otro lado, y como tema de portada de esta semana, Nuria Azancot entrevista en profundidad al escritor Alberto Olmos, uno de los autores de Mi madre es un pez, con motivo de la reciente publicación de su nueva novela, Ejército enemigo (Mondadori). El enlace, aquí.

Sobre Mi madre es un pez y el Nuevo DRAMA

Al hilo de cierta polémica suscitada a raíz del artículo publicado ayer jueves, 13 de octubre de 2011, en el suplemento Tendències de la edición catalana del diario El Mundo, sobre la antología de relatos Mi madre es un pez, quiero dejar claro, públicamente (lo hago en mi página porque mantengo a rajatabla mi decisión de no comentar en otros blogs desde hace casi un año, tras una serie de experiencias que, por desgracia, vuelven a repetirse en otros blogs y que intento minimizar en lo posible), y a título exclusivamente personal, lo siguiente:

1. No se ha incluido en ningún movimiento artístico ni en ninguna generación (palabra que nunca ha salido de mi boca), ni sin su permiso, a ninguno de los autores de Mi madre es un pez por el mero hecho de participar en la antología publicada por Libros del Silencio, editorial que ha trabajado en todo momento de manera intachable y profesional y que aprobó el prólogo como un texto de presentación y justificación del proyecto, y bajo ningún concepto como etiqueta que implicara la adhesión de ninguno de los autores a ningún grupo o movimiento. Los antólogos tuvimos especial cuidado en esta cuestión a la hora de redactar dicho prólogo (para quien lo dude, puede leerlo de manera gratuita aquí: «Breve álbum del drama y la familia»).

2. En el mensaje de correo electrónico o en la llamada que invitaba a participar a los autores en la antología, jamás se solicitó a ninguno de ellos su adhesión a ningún tipo de manifiesto, grupo o movimiento. Mi madre es un pez es exclusivamente una antología de relatos sobre el tema de la familia.

3. En el artículo mencionado del suplemento Tendències, y seguramente por no dejar todavía más claras ciertas cosas yo mismo, o por no ser una conversación grabada que permitiera una revisión, no lo sé (pido disculpas, en todo caso, si el error me toca), se interpretaron al final algunas cosas de un modo que puede haber dado lugar a este malentendido. Pero insisto, ni en el prólogo del libro ni en ninguna de mis declaraciones he dicho que todos los autores de Mi madre es un pez pertenezcan a ningún movimiento, grupo o generación por el mero hecho de haber participado en el libro. Como quieran retorcerlo a partir de ahora terceras personas, algo que ya está sucediendo en algunos blogs y redes sociales, es otra historia.

4. Con todo, a la hora de preparar el libro los antólogos pensamos, con mayor o menor acierto, pero plenamente convencidos, que el hecho de reunir a 33 autores (9 propuestos por la editorial Libros del Silencio: Avilés, Calvo, Castro, Fresán, Lifante, B. Marsé, Mendoza, Padial y Soler; y los otros 24 seleccionados por Juan Soto Ivars y por mí) de toda estética literaria en torno al tema de la familia como fuente de conflicto literario y del drama era una oportunidad no para agruparlos sin su consentimiento en torno a ningún grupo o movimiento, sino para señalar la necesidad, en nuestra opinión, de recuperar cierto modo de hacer literatura, posible y deseable en nuestros días (un convencimiento que mantenemos y que seguiremos defendiendo cada vez que proceda y en futuras ocasiones, con nuestro trabajo individual o colectivo). Todo ello queda explicado en el prólogo, en el que, insisto, se respeta la diversidad y la independencia de todas y cada una de las posturas y estéticas literarias de los autores. Algo patente a la hora de leer los relatos.

5. Por último, y ya que publico esta entrada, repito, a título exclusivamente personal, me gustaría señalar la mala fe con la que han actuado algunas personas y anónimos a la hora de aprovechar esta publicación y la innecesaria polémica para un injustificable e incomprensible ataque directo hacia mi trabajo y mi trayectoria (e incluso contra mi privacidad, como ha sucedido este mediodía en un blog por parte de, cómo no, un comentarista anónimo), que puede contener fallos y, quiero pensar, algún acierto, desde que publico en diversos medios y también libros, como antólogo o autor antologado. Tampoco me parece de recibo, dicho sea de paso, que ciertos malentendidos tengan que resolverse de manera pública y por comunicados, sin haber descolgado antes un teléfono o haber intentado aclarar las cosas en privado, sobre todo cuando se supone que todas las partes formamos un equipo en torno a Mi madre es un pez, una antología que, le pese a quien le pese, está funcionando bastante bien entre el público y con una acogida en general favorable por parte de la crítica (el último ejemplo, la reseña que hoy mismo, viernes 14 de octubre, publica Ricardo Senabre en el suplemento El Cultural del diario El Mundo). Crítica que en su mayoría, además, no ha entrado en ningún tipo de polémica y se ha limitado a reseñar y comentar los textos con parámetros exclusivamente literarios. No es menos cierto, para terminar, que, después de lo sucedido desde ayer, uno toma nota de los posibles errores cometidos y también se ha dado cuenta de quiénes actúan de buena fe y en quiénes puede confiar, personas que todavía, por fortuna, pesan más que las demás.

Mi madre es un pez en el suplemento Tendències

La antología Mi madre es un pez, que Juan Soto Ivars y yo hemos editado con Libros del Silencio, ha sido hoy jueves, 13 de octubre, motivo de portada en el suplemento Tendències de la edición catalana del diario El Mundo. Intervienen los autores Fernando Clemot, Manuel Astur y Javier Calvo. La escritora y periodista Laura Fernández firma el artículo "La familia, ese dolor de cabeza", en el que también se habla del movimiento Nuevo DRAMA. En los enlaces del artículo y la imagen podéis descargar y leer el PDF.

BCN Mes, número 4

Número de octubre, 15.000 ejemplares gratuitos en casi 500 locales de toda la ciudad y en las diferentes sedes de la Universidad de Barcelona y versión web (BCN Mes). En esta ocasión podréis encontrar, en la sección "Writers based in Barna" (página 3), una entrevista (en catalán) al escritor Borja Bagunyà, autor del libro de relatos Plantes d'interior (Empúries). Y en la página 21, la columna Bloomsday Menu, este mes dedicada a la literatura y el viaje con las reseñas a los libros Rusia imaginada, VV. AA. (Nevsky Prospects), y Guía de Mongolia, de Svetislav Basara (Minúscula), junto a un texto sobre el nuevo libro de Jordi Esteva, Socotra. La isla de los genios, publicado por la editorial Atalanta. En la página 22, además, un anuncio de la antología Doppelgänger. Ocho relatos sobre el doble + bonus track (Jekyll & Jill). Podéis consultar o descargar el PDF de la revista completa o la página que os interese en el siguiente enlace.

Noticias sobre Mi madre es un pez

Mi madre es un pez en el escaparate
de la emblemática librería Laie del CCCB.
Después de las primeras cuatro semanas de vida de la antología en las librerías y de, en general, una acogida inicial muy positiva por parte de lectores, libreros y críticos (como, sin ir más lejos, Ramón Rozas Domínguez, quien firma la reseña más reciente de la antología, publicada en el Diario de Pontevedra ayer domingo, día 9), toca presentar el libro en sociedad. Ya se ha inaugurado por fin el blog de Mi madre es un pez, en el que avanzamos las fechas y los lugares de las presentaciones en Madrid y Barcelona. También hemos publicado las irreverentes bases del concurso fotográfico que hemos convocado, con el que seguro nos divertiremos junto a nuestros lectores y a los seguidores de nuestra página en Facebook hasta que termine este año y por el que el ganador se llevará un buen lote de libros a casa. Entre otros contenidos, en el blog también podréis encontrar una sección de prensa, dedicada a recoger las menciones, reseñas y demás apariciones de la antología en los medios, así como en blogs y otros espacios digitales. En breve, por ejemplo, la escritora y periodista Laura Fernández entrevistará a algunos de nuestros autores para el suplemento Tendències de la edición catalana del diario El Mundo, y Telemadrid emitirá una nueva edición del programa Las noches blancas, de Fernando Sánchez Dragó, en el que colabora Juan Soto Ivars y donde se comentarán unas cuantas cosas sobre Mi madre es un pez. Espero ver a muchos viejos y nuevos amigos la próxima semana, el lunes 17 y el jueves 20, en Madrid y Barcelona. Hasta entonces, sigan leyendo, por favor.

John Collier en Qué Leer

RELATOS MAESTRO DEL CUENTO FANTÁSTICO 

“Fiesta en una botella”
 
Autor: John Collier
Traductor: Daniel Gascón
Editorial: Contraseña
200 páginas. 16,50 euros.

Si es usted de esos lectores que aún lee prólogos, comience este libro por el apasionado posfacio de Ray Bradbury. Luego prescinda o no del prólogo de Iwasaki y de esta misma reseña, pero no tarde demasiado en acometer la lectura de los relatos de John Collier porque es muy probable que, como le sucedió al autor de Farenheit 451, le quemen a usted la desconfianza para siempre: todavía es posible hoy descubrir a un grande, darse de bruces con la mejor literatura, aquella que, sin dejar de ser alta, escarba en nuestro sótano existencial y tiene además la elegancia de no dejarse el humor y la imaginación por el camino.

Agavillados de Fancies and Goodnights (1951), la edición completa de sus cuentos (donde el posfacio de Bradbury fue prólogo), los quince relatos de Fiesta en una botella bastan para presentar a Collier, gracias a la cuidada edición de Contraseña, como un cuentista al nivel de los maestros, género fantástico aparte, con relatos como “Sábado de lluvia” (versionado por Hitchcock) o “El aperitivo” (adaptado para la mítica serie The Twilight Zone), que hablan también de su capacidad para el guión. Casi sin querer, reinterpreta a su vez Collier a Goethe en “El Diablo, George y Rosie” o avanza toda una fábula de nuestro tiempo en “Onagra”. Sus cuentos, a través de cierta poética de la derrota, pero sin lo solemne, y de un maravilloso desencanto, revelan a John Collier como soberano de un mundo propio, irónico e irreverente.

Sergi Bellver


JOHN COLLIER (Londres, 1901-Los Ángeles, 1980). Se mudó de Inglaterra a Hollywood en 1935 para trabajar como guionista de cine y televisión. Poeta y novelista, destacó sobre todo como autor de cuentos fantásticos.

Argumento

Quince relatos seleccionados entre la obra cuentística de John Collier, con el hilo común de lo fantástico, lo insólito de la conducta humana y el mejor humor negro. Relatos sobre perdedores y pecadores en la encrucijada, genios en la botella, padres desbordados, pactos traperos con el Diablo y jugadores de póquer con dudas existenciales. Alegorías veladas sobre la deriva contemporánea que muestran la sabiduría del autor a la hora de retratarnos a todos.

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Publicado en el n.º 169 de la revista Qué Leer, de octubre de 2011.