No puede decirse que Cristian Crusat (1983) sea, precisamente y a pesar de su inexplicable ausencia en las últimas antologías del género, un recién llegado al cuento, pero Breve teoría del viaje y el desierto, su tercer libro de relatos, deja todavía, años después del debut literario de este joven autor, el sabor del descubrimiento en el paladar de cualquier lector sensible a la buena literatura. Y es que en este volumen la voz de Crusat madura y se modula hasta alcanzar ya un estilo y un universo propios, apuntados y sugeridos en Estatuas (2006) o, sobre todo, con Tranquilos en tiempos de guerra (2010), pero no todavía con la seguridad en la ejecución y el bendito extravío en la búsqueda que demuestran cada uno de los seis textos de este libro. La mayoría de ellos, autónomos de cualquier hilo general ―y a salvo también del tedio costumbrista y de la trampa mimética del realismo sucio―, suponen en sí mismos un desafío a las pretendidas leyes del cuento, es decir, mantienen vivo el espíritu nómada de exploración que debiera alentar a todo artista. Un relato como “Sol de medianoche”, el más breve de los seis, basta para darse cuenta de la libertad poética y la pulcritud con las que Cristian Crusat aborda sus temas ―la soledad, el vacío contemporáneo o la identidad―, con una prosa febril, maleable y medular, nacida de alguna fuente remota de la que también parecieron beber en su día Panero, Salinger o Buzzati.
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Publicado en la columna BLOOMSDAY MENU - «These books are made for walkin'» de la revista BCN Mes, núm. 1, 16 de junio de 2011 (p. 21).