«El infierno de los vivos no es algo que será;
hay uno, es aquel que existe ya aquí, el infierno que habitamos todos
los días, que formamos estando juntos. Dos maneras hay de no sufrirlo.
La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de
él hasta el punto de no verlo más. La segunda es peligrosa y exige
atención y aprendizaje continuos: buscar y saber reconocer quién y qué,
en medio del infierno, no es infierno, y hacerlo durar, y darle
espacio.»
Italo Calvino, Las ciudades invisibles (1972).