Presentación de Jekyll and Jill en Barcelona


Este viernes, día 9 de septiembre, y a las 19.30 horas, tendré el placer de presentar la novela de Miguel Ángel Ortiz Albero, Un día me esperaba a mí mismo, y con ella también en Barcelona a la nueva editorial Jekyll and Jill, que desde tierras aragonesas promete traer aire fresco y buenas ideas al panorama editorial. De momento, ya hacen libros bellos en continente y contenido, como podréis comprobar el viernes si os pasáis por la librería La Central del Raval, en el número 6 de la calle Elisabets. Os esperamos.

Evento en la página de La Central
Página de Jekyll and Jill
Facebook de la editorial
Jekyll and Jill en la revista BCN Mes

Narrativa rusa contemporánea en la revista Tiempo

Letras y muñecas rusas

En este año de España y Rusia, al lector le llegan el inmenso retablo narrativo del periodo soviético y las promesas literarias del enorme país. Hay más que Tólstoi y Dostoievski.

El caudal de la literatura rusa es tan vasto como esa geografía excesiva que parece una ficción más de sus novelistas. Decir Rusia es evocar una saga, nombrar un pilar de la literatura universal. Todavía hoy los grandes popes de la narrativa decimonónica rusa bendicen a generaciones de lectores. Inabarcable como el paisaje de la estepa, la obra de Tólstoi, Dostoievski, Gógol, Chéjov, Gorki, Turguénev y demás vástagos literarios del padre Pushkin no conoce fecha de caducidad. Con todo, durante el siglo XX, quizá el más dramático en la historia rusa, la literatura escrita desde y contra el régimen de la URSS ha producido también algunos títulos memorables que ahora llegan a los lectores españoles. La mordaza comunista empujó a demasiados autores al exilio, físico o interior, y en esa brecha los mejores escritores rusos supieron cultivar una narrativa de primer orden. Dejaron el listón muy alto para los nuevos creadores de un país que, tras la caída de la mole soviética, ha sufrido como ningún otro el colapso hacia el capitalismo salvaje. Este 2011 es, además, el Año de España y Rusia, lo que sellaría la evidente explosión de aquella literatura en nuestras librerías. Aunque en este punto toca ser críticos con la gestión oficial del evento, especialmente en lo literario, y darle el mérito sólo al esfuerzo de las editoriales, por no hablar de los molinos de viento contra los que se sigue estrellando la promoción de la literatura española en el extranjero –incluso en Rusia– ante una oportunidad como esta.

Ígor Savéliev, Alisa Ganíeva y Alekséi Lukiánov. Foto: © Ferrán Mateo

La perestroika no trajo necesariamente la bonanza, sino más bien un bache tras el que la generación nacida en los 70 apenas dejó huella literaria. En la vertiginosa Rusia actual la literatura pierde peso frente a los mismos placebos que anestesian la creatividad y el sentido crítico en Occidente, como la televisión, veladamente al servicio del Gobierno ruso, que ya no practica una censura directa pero sí efectiva. Las tiradas son discretas en las editoriales rusas (moscovitas sobre todo, en un sistema todavía centralista) y también allí, como en España, la literatura de consumo prima frente a la creación artística. Tal vez eso motive que pocos autores actuales consigan ser traducidos en otros países. Por fortuna, iniciativas como la de la fundación Projórov, precursora desde el año 2000 del premio literario Debut, permiten que el lector español conozca la narrativa de los rusos más jóvenes (desvinculados de la era soviética y desencantados de Putin pero herederos de la tradición literaria anterior) gracias a la antología El segundo círculo (editorial La Otra Orilla), que reúne a seis autores entre los que figuran el carismático herrero Alekséi Lukiánov o la prometedora Alisa Ganíeva, quien desde su Daguestán natal explora las huellas que en esta generación han dejado conflictos como la guerra de Chechenia.

La reciente explosión editorial de lo ruso en España se ha apoyado en la revisión de los clásicos (casi siempre aprovechando efemérides, como con Chéjov o Tólstoi); en el rescate de sus coetáneos menos conocidos (con títulos como La señal, de Vsévolod Garshin, en Contraseña) y, en menor medida, aunque importante, en la publicación de buena cantidad de obras escritas durante la etapa soviética. El lector español tiene ahora más a mano las obras de Andréi Bieli, Yevgueni Zamiatin, Vasili Grossman, Isaak Bábel o Vasili Aksiónov. Acantilado, editorial de referencia en narrativa rusa (junto a la joven Nevsky Prospects o la veterana Alba), también ha publicado a autores posteriores, como Alexéi Varlámov. Otros escritores todavía merecen una mejor difusión, como el magnífico Sergéi Dovlátov y el descendiente de españoles Rubén Gallego. Algunos autores españoles, precisamente, miran también a Rusia a la hora de escribir: desde el gran Manuel Chaves Nogales y su peculiar visión del 1917, El maestro Juan Martínez que estaba allí (Libros del Asteroide), a la antología ficticia Cuentos rusos, de Francesc Serés (Mondadori) o a La conjetura de Perelman, la delirante novela del joven Juan Soto Ivars que publicará en otoño Ediciones B.

ONCE MATRIOSKAS 

Vida y destino, de Vasili Grossman (Galaxia Gutenberg). Obra magna e inicio del boom ruso en España, traducida por Marta Rebón, quien renovó el Doctor Zhivago de Pasternak y prepara otro titán: Iliá Erenburg.

El Don apacible, de Mijail Sholojov (RBA). Monumental cuarteto sobre el pueblo cosaco, la revolución, la guerra y el amor, por un autor prosoviético, antítesis de Bulgákov y El maestro y Margarita.

Relatos de Kolimá, de Varlam Shalámov (Minúscula). Recién publicada la cuarta entrega de esta serie, par de Archipiélago Gulag de Solzhenitsyn y traducida por Ricardo San Vicente, otro responsable de este auge de la literatura rusa.

Una saga moscovita, de Vasili Aksiónov (La Otra Orilla). Obra clave en las letras rusas del s. XX y retrato familiar, alegoría de la convulsa Rusia contemporánea. De nuevo, traduce Rebón.

Notas en los puños, de Mijaíl Bulgákov (Alfabia). Uno de los más interesantes rescates en la obra de Bulgákov, junto a otros como Corazón de perro o los cuentos de Salmo.

Érase una vez una mujer que quería matar al bebé de su vecina, de Liudmila Petrushévskaia (Atalanta). Los maravillosos cuentos de esta escritora fantástica moscovita.

El lunes empieza el sábado, de los hermanos Strugatski (Nevsky Prospects). Un título sorprendente de esta editorial imprescindible, bastión español de la rusofilia.

Zoo o cartas de no amor, de Viktor Shklovski (Ático de los Libros). Edición definitiva de esta deliciosa novela epistolar sobre el exilio ruso en Berlín.

Caoba, de Boris Pilniak (Veintisiete Letras). Revolucionario y luego asesinado por la dictadura, Pilniak disecciona el desastre soviético.

La nieve roja, de Sigismund Krzyzanowski (Siruela). Relatos de corte psicológico de uno de los mejores hallazgos del filón ruso.

Caminos nocturnos, de Gaito Gazdánov (Sajalín). Crónica irreverente del exilio ruso en París, por fin en castellano.

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Publicado en la sección de Cultura del n.º 1.519 de la revista Tiempo el viernes, 2 de septiembre de 2011.