Algunos apuntes sobre el VII Premio Setenil 2010

VI Premio Setenil 2009
Ya es oficial la lista de los diez candidatos a la edición de este año del Premio Setenil al mejor libro de relatos publicado en España. Enhorabuena a todos los seleccionados, ya que a otros setenta y dos autores presentados les hubiera gustado estar entre los finalistas: haber pasado esa criba supone un primer éxito y le dará un empujón al recorrido de esos diez libros. Léanlos, que para eso sirven estas cosas.

Por mi parte, como atento lector de cuentos, a veces editor y a menudo crítico del género y, claro, como escritor (sin encasillarme, pero desde luego también de relatos, ya estrenado, por fin... ), creo que este es uno de los pocos premios literarios en España que, además de al ganador (por el galardón) y a los finalistas (por una mención que luego se luce siempre, muy dignamente), beneficia y hace más visible al género y a las editoriales que lo trabajan. En esta ocasión, además, no aparece ningún título despistado entre los finalistas, es decir, ninguna boutade: todos son autores que trabajan en serio el cuento. Por añadidura, la limpieza del certamen ha quedado demostrada en las últimas ediciones, al premiar a autores como Óscar Esquivias o Fernando Clemot (su libro en la imagen), que se dedican a escribir, sólo a escribir, y no entran nunca en los mentideros de palacio.

Sorprende alguna ausencia, aunque no tanto, ya que en una selección es siempre inevitable descartar a última hora un trabajo tan respetable como el de los demás, pero que apenas falla o cojea en un detalle. De todos modos, libros como Tranquilos en tiempos de guerra, de Cristian Crusat (Pre-Textos) o El anorak de Picasso, de José Antonio Garriga Vela (Candaya) podrían haber estado perfectamente en esa selección final. También, desde luego, Mirar al agua, de Javier Sáez de Ibarra (Páginas de Espuma), aunque tal vez el hecho de haber recibido en su día el Premio Ribera del Duero haya pesado en la decisión, cosa que no debiera ser así, pues en las bases no figura que una obra no pueda haber sido premiada con anterioridad y los textos habrían de partir siempre en igualdad de condiciones.

También merecen ser mencionados aquí autores que insisten en su trabajo con el cuento, como Federico Fuertes Guzmán, Care Santos, Pepe Cervera y, por supuesto, Gonzalo Calcedo, entre otros, o que han tenido un buen arranque en el género, como Carlos Frühbeck en Ediciones del Viento, además de pequeñas editoriales como Baile del Sol o E.D.A. Libros, ya que luego sólo brillan los grandes titulares, pero todo este otro trabajo silencioso ayuda en favor del cuento. En cualquier caso creo que este año el prejurado del Premio Setenil ha cumplido bien su cometido: ninguna ausencia verdaderamente clamorosa (como sí sucedió, a mi juicio, en la edición anterior, en la que no entraron en la recta final algunos de los mejores libros de relatos de los últimos años), ninguna presencia escandalosa.

En esta ocasión, el presidente del jurado es Andrés Neuman, uno de los mayores especialistas en el cuento en castellano y responsable de la inminente Pequeñas resistencias 5. Antología del nuevo cuento español (Páginas de Espuma, 2010), que junto a Siglo XXI. Los nuevos nombres del cuento español actual (Menoscuarto, 2010; edición de Gemma Pellicer y Fernando Valls), conformará una suerte de inventario de la década, un tema sobre el que preparo un artículo y una serie de entrevistas.

Finalmente, y fiel a mi transparencia (con el lector, sin concesiones), no eludiré mojarme y haré mis apuestas sobre los libros seleccionados, habida cuenta de que no he leído Los hábitos del azar, de Francisco López Serrano (Renacimiento), por puro desconocimiento y, sencillamente, porque no doy abasto con las lecturas. Partiendo de esta posición injusta para uno de los diez candidatos, comento:


  • Atractores extraños, de Javier Moreno (InÉditor): Si el jurado valora la vocación de riesgo y búsqueda literaria por encima de lo formal, este libro es desde luego un serio candidato al premio.
  • Azul ruso, de Patricia Esteban Erlés (Páginas de Espuma): El mejor de los tres libros hasta la fecha de una sólida cuentista (aunque no a tanta distancia de su estreno en Tropo). Sería un texto digno de hacerse con el galardón.
  • De mecánica y alquimia, de Juan Jacinto Muñoz Rengel (Salto de Página): Un libro casi de género, trabajado, pero que tiene este año a serios competidores, a mi juicio, más cerca de la línea de meta por sus méritos.
  • El menor espectáculo del mundo, de Félix J. Palma (Páginas de Espuma): Así como la trayectoria de Patricia Esteban Erlés es ascendente, Félix J. Palma repite, con oficio y solvencia, eso sí, pero sin sorpresa. Si este año el Setenil fuera "espumoso", debería ser para Azul ruso.
  • El mes más cruel, de Pilar Adón (Impedimenta): Una opción a tener en cuenta, pero sólo si mis quinielas fallan, ya que contiene más lírica personal que algunos competidores pero no alcanza las hechuras formales de otros.
  • Fantasías animadas, de Berta Marsé (Anagrama): Digno, serio, pero a mí me dejó un tanto frío. No creo que sea (no debiera) este el año para Anagrama.
  • Teoría de todo, de Paula Lapido (Tropo): Un magnífico estreno de una autora que va a dar mucho, mucho que hablar. Lo tiene muy difícil y creo que el Setenil lo merecen más, al menos, otros tres libros, pero no se pierdan a esta escritora.
  • Un koala en el armario, de Ginés S. Cutillas (Cuadernos del Vigía): Tal vez una concesión al microcuento en esta edición. Un libro divertido y despierto de un buen amigo pero que, creo, no está para hacer podio.

Y, finalmente, mi apuesta definitiva:

  • Bajo el influjo del cometa, de Jon Bilbao (Salto de Página): Un año más, y como ya hiciera Juan Carlos Márquez en las dos anteriores ediciones, un bilbaíno (de "absorción" en este caso) repite candidatura al Setenil de manera consecutiva. Tal vez su anterior trabajo, Como una historia de terror, lo mereciera tanto o más, pero desde luego, entre los diez candidatos, me parece este el libro de relatos más equilibrado, el más coherente desde un punto de vista técnico, irreprochable, y el que consolida una de nuestras mejores voces del género.

Que Chéjov reparta suerte, cuentistas. A todos. Esto no es, al fin y al cabo, otra cosa que mi criterio personal. Estaremos atentos a la photo finish en esta disputada carrera.