Extraño maestro del cuento
Se preguntaba Borges si no es nuestra vida ficción, campo para lo insólito, y si por ello nos conmueve la literatura fantástica, sobre todo si la habita algo de la condición humana, pues la ciencia-ficción, el género de terror o el realismo pueden abordar los mismos temas mediante códigos diferentes. Quien considere la literatura de género como escapista será desmentido por estos Cuentos de lo extraño, y es que la crítica de su tiempo ya destacó a Robert Aickman como uno de los mejores autores ingleses del relato fantástico ―anoten otro nombre: John Collier, de quien la editorial Contraseña ha publicado Fiesta en una botella, quince magníficos cuentos―, pero a la inquietante luz de sus textos su escritura se revela más profunda, delicada y compleja. De peculiar biografía ―viajero, ecologista, crítico musical, arquitecto, protector de canales y nieto del novelista victoriano Richard Marsh―, Aickman cultivó otras formas literarias pero fue en el relato breve donde logró la excelencia y también la erudición ―reunió como editor lo mejor del relato fantástico de su época―.
En sus cuentos, lo extraño aparece como expresión insumisa de esa convención que llamamos “realidad”, aflorando por un estímulo sobrenatural en los propios personajes, enfrentados a una proyección de sus temores, sueños y deseos. Lo terrorífico reside en la oscuridad a la que dichos personajes se asoman cuando descubren, tras su encuentro con lo desconocido, la vulnerabilidad de sus esquemas psíquicos y certezas. Aickman provoca esa revelación con equilibrio y de modo poético ―como en el cuento “El vinoso ponto”―, sin caer en los recursos más manidos del género ―perfeccionados aún en “Che gelida manina”―, y con un calado más afín a Kafka y sus cargas de profundidad en el subconsciente que al mundo de Lovecraft o a la recurrente fenomenología fantasmal. En cada una de esas citas con lo extraño se abre una grieta por la que la imaginación impregna al lector, quien de repente se ve envuelto también en esa atmósfera y se pregunta, una vez alterada su noción de lo real, si por esa fisura ―abismal y hermosa en cuentos como “Nunca vayas a Venecia” o “La habitación interior”― no estará Aickman hablándole de sí mismo, de la posibilidad de un cambio en su percepción de las cosas. Paradigmático resulta “En las entrañas del bosque”, cuento donde lo extraño pone en jaque el racionalismo que constriñe nuestra visión del mundo y su vacío y parece llamar al ser humano a reinventarse y aceptar otros canales para el conocimiento y la experiencia.
Robert Aickman, cuya obra breve fue reunida en Inglaterra en The Collected Strange Stories (1999), permanecía prácticamente inédito en nuestro país. La primera noticia de Aickman en nuestras librerías vino también de mano de Jacobo Siruela, quien compiló una antología de referencia en el género de terror como Vampiros, en la que el lector en castellano ya pudo encontrar el excelente relato “Páginas del diario de una joven”, por el que Aickman obtuvo el World Fantasy Award (1975). Su capacidad de observación y cuestionamiento de la sociedad de su tiempo ―“El vinoso ponto” puede leerse como una vindicación de la liberación de la mujer―, junto a una preocupación casi freudiana por comprender la naturaleza de la anomalía en la psique humana, muestran a Aickman, sin ambages, como un escritor de primer orden. La editorial Atalanta está inventariando en su colección Ars Brevis a otras firmas del cuento contemporáneo que también crean desde la belleza del margen, como Tsutsui o Petrushévskaia. Ahora, con Cuentos de lo extraño, nos descubre a Robert Aickman, un escritor culto, sabio y sutil, que a través de sus mitos, presencias y espacios muestra al lector un reflejo psíquico de las zonas de penumbra de nuestra propia mente, a poco que uno haya transitado por la vida ―esta ficción borgiana― con la misma capacidad de sobrecogerse aún por lo insólito y lo desconocido que tienen los personajes de este maestro del cuento. Del cuento, a secas.
Se preguntaba Borges si no es nuestra vida ficción, campo para lo insólito, y si por ello nos conmueve la literatura fantástica, sobre todo si la habita algo de la condición humana, pues la ciencia-ficción, el género de terror o el realismo pueden abordar los mismos temas mediante códigos diferentes. Quien considere la literatura de género como escapista será desmentido por estos Cuentos de lo extraño, y es que la crítica de su tiempo ya destacó a Robert Aickman como uno de los mejores autores ingleses del relato fantástico ―anoten otro nombre: John Collier, de quien la editorial Contraseña ha publicado Fiesta en una botella, quince magníficos cuentos―, pero a la inquietante luz de sus textos su escritura se revela más profunda, delicada y compleja. De peculiar biografía ―viajero, ecologista, crítico musical, arquitecto, protector de canales y nieto del novelista victoriano Richard Marsh―, Aickman cultivó otras formas literarias pero fue en el relato breve donde logró la excelencia y también la erudición ―reunió como editor lo mejor del relato fantástico de su época―.
En sus cuentos, lo extraño aparece como expresión insumisa de esa convención que llamamos “realidad”, aflorando por un estímulo sobrenatural en los propios personajes, enfrentados a una proyección de sus temores, sueños y deseos. Lo terrorífico reside en la oscuridad a la que dichos personajes se asoman cuando descubren, tras su encuentro con lo desconocido, la vulnerabilidad de sus esquemas psíquicos y certezas. Aickman provoca esa revelación con equilibrio y de modo poético ―como en el cuento “El vinoso ponto”―, sin caer en los recursos más manidos del género ―perfeccionados aún en “Che gelida manina”―, y con un calado más afín a Kafka y sus cargas de profundidad en el subconsciente que al mundo de Lovecraft o a la recurrente fenomenología fantasmal. En cada una de esas citas con lo extraño se abre una grieta por la que la imaginación impregna al lector, quien de repente se ve envuelto también en esa atmósfera y se pregunta, una vez alterada su noción de lo real, si por esa fisura ―abismal y hermosa en cuentos como “Nunca vayas a Venecia” o “La habitación interior”― no estará Aickman hablándole de sí mismo, de la posibilidad de un cambio en su percepción de las cosas. Paradigmático resulta “En las entrañas del bosque”, cuento donde lo extraño pone en jaque el racionalismo que constriñe nuestra visión del mundo y su vacío y parece llamar al ser humano a reinventarse y aceptar otros canales para el conocimiento y la experiencia.
Robert Aickman |
......................................
del suplemento Cultura/s del diario La Vanguardia
el miércoles, 23 de noviembre de 2011.