"El cuento de 2012" en Culturamas


Desde el pasado mes de diciembre hasta hoy he conseguido resistirme a participar en las dichosas listas de “los mejores libros del año”. Suelo preferir comentar obras que “votar” sin más por ellas y sus autores, por lo que justo ahora que ha remitido esa fiebre clasificadora escribo estas impresiones generales (totalmente prescindibles, como tantas otras cosas: si han de elegir, corran a leer un buen libro; de hecho, este artículo sólo sirve realmente para eso, para que los lectores tomen nota de unos cuantos libros y lean algo que merezca de veras la pena). Sin embargo, me temo que a la tercera me voy a dar por vencido y, muy probablemente, ésta será la última vez que haga mi acostumbrado repaso anual (desde 2010 en Culturamas, donde coordiné en sus inicios la sección dedicada el Cuento, y desde 2007 en mi antigua bitácora) a lo que ha dado de sí el género cuento en España. Sobre todo porque no he podido hacer un escrutinio tan exhaustivo como en años anteriores (en los que llegaba a leer dos libros de relatos por semana, entre novedades, traducciones y clásicos), ya que, enfrascado en mil tareas y la escritura de mis propios textos, no he tenido tiempo material para leer tantos libros de relatos como antaño (un ritmo que, me temo, tampoco podré recuperar en el futuro). Para defender este género no se me ocurre nada mejor que seguir con esas otras tareas: reseñar libros de relatos en los medios, leerlos y estudiarlos en mis talleres de narrativa y, claro, seguir escribiendo y publicando cuentos. También creo que es hora de dejar mi puesto en la atalaya virtual del cuento, quitarme el uniforme, calzarme unas humildes sandalias y salir a pasear extramuros (o sea, a escribir, sin más), porque, además de cierto desencanto, siento que, para bien o para mal, a estas alturas el cuento español no necesita militancia. Que, de una vez, el cuento español ya es mayor de edad.

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